Elbuirp Dosait subió las
escaleras del Swarthen, al tiempo que consultaba la hora en su reloj de
bolsillo. Llegaba con algo de adelanto a la cita, pero era costumbre en él
anticiparse a los posibles contratiempos que pudieran surgir. Además, no era
propio de caballeros hacer esperar a una mujer cuando ésta te citaba.
Localizó a su objetivo
sentada al fondo del local, en la zona más apartada de las mesas, vestida aún
con su uniforme de la Guardia de Eylissia, aunque sin su boina reglamentaria su
pelo corto dorado la hacía destacar en medio de la soledad del local. Lo
detectó enseguida en cuanto puso rumbo hacia ella, e hizo ademán de
incorporarse hasta que el propio Elbuirp le hizo un gesto negativo con la mano.
-No es necesario ser
formales. Se supone que ahora no estamos trabajando.- Comentó el profesor
cuando estuvo a la altura de la oficial, ante la que se inclinó para dar dos
besos en las mejillas.- Me ha dejado en mal lugar llegando tan pronto. Yo que
pretendía no hacerla esperar...
-Me he adelantado para
revisar el lugar... Profesor.- Respondió la militar, relajando el semblante.-
Está todo limpio, no se preocupe. No hay micros ni cámaras ocultas, y por si
acaso las cosas se tuercen tengo a mi compañero esperando en el bar de
enfrente.
-Ha pasado demasiado
tiempo en el frente, alférez. - Sentenció Elbuirp reprimiendo la risa, para
consternación de la mujer.- Estamos en un distrito escolar, nadie va a intentar
atacar a una oficial de la Guardia y a un profesor aquí. Al menos, no a plena
luz...-Tanto su rostro como el de su interlocutora se ensombrecieron con esas
palabras.- ¿Qué novedades hay?
La oficial extrajo dos
carpetas con documentos de un pequeño maletín de cuero que había depositado a
su lado, tendiéndoselas al profesor con rostro serio. Elbuirp abrió la más
abultada de las dos y se detuvo un rato examinando el dossier que contenía, sin
pronunciar palabra. El camarero de la planta hizo un intento de aproximarse a
tomarles nota, pero la mujer le indicó con un gesto de mano que era lo que
querían, y el muchacho, avispado, supo que era mejor que se mantuviera a
distancia el máximo tiempo posible.
- ¿Estos son los originales?
-Preguntó el docente al tiempo que el camarero desaparecía rumbo a las cocinas
del local.
-Fotocopias. Los
originales están aún en la clínica y en los archivos del instituto... O
estaban, hasta este mediodía al menos.- Elbuirp detuvo su lectura y miró a la
mujer a la cara, preocupado.- Lo estamos investigando aún, pero esta tarde mi
compañero pasó a solicitar el informe del alta de Wilden y en la clínica le
comunicaron que había desaparecido de los archivos. Teniendo en cuenta las
circunstancias del ataque, tenía sospechas de que podía suceder algo así y me
aseguré de tener una copia de cada documento que se emitía sobre el muchacho. Y
parece ser que no me equivoqué.
-Es sospechoso, cuanto
menos... Y supongo que no me habría citado aquí tan pronto si no tuvieran más
pistas...-Le tendió los dossiers a la mujer, que los guardó con cuidado en su
maletín.- ¿Tienen algún sospechoso?
El camarero apareció en
ese momento con dos tazas de café con leche, que se apresuró a depositar entre
ambos y a marcharse sin hacer ruido, como temiendo la reacción de la oficial.
Esta, por su parte, rasgó el papel de un sobre de azúcar y lo vertió en su
taza, sin hacerle mucho caso a la actitud de pánico que provocaba en el
muchacho.
-Mientras Wilden se
encontraba inconsciente por el ataque, las enfermeras y médicos que lo atendían
nos hicieron llegar una serie de denuncias sobre un hombre que se hacía pasar
por doctor del centro. La mayoría de los avistamientos se produjeron en la
habitación del propio Wilden, y como pudimos constatar más tarde con la
administración de la clínica, demostraba un interés excesivo por todo cuanto
tuviera que ver con él. Se le vio por última vez el día de su despertar, cuando
se dio a la fuga perseguido por la enfermera que lo atendía en su habitación
tras tener contacto con el paciente. Ese, es nuestro principal sospechoso ahora
mismo.
Elbuirp se llevó una mano
a la cara y se restregó la barba que empezaba a dejarse ver en su barbilla, en
un claro gesto de desesperación que no pasó desapercibido para su
interlocutora. Esta clavó sus ojos castaño oscuro sobre él, en una mirada
penetrante que habría sometido a cualquiera que quisiera interrogar.
-¿Sabe de quién estoy hablando?-
Preguntó en un tono frío a la vez que dejaba su café en la mesa.
-Tengo una intuición de
quién puede ser, pero si es ese el caso, me temo que se equivoca usted de
sospechoso. -Dejó escapar el profesor, a la vez que una sonrisa asomaba a sus
labios.
-Eso lo tengo que decidir
yo, profesor, no usted, a pesar de que sea...-Elbuirp levantó una mano en señal
de apaciguamiento, y dio un sorbo de su propio café.
-Ahora mismo estoy en la
reserva, alférez, a pesar de que mi historial me diera un escalafón más alto
que el suyo. Tiene razón, la investigación de este asunto le compete
exclusivamente a usted como miembro de las fuerzas de seguridad, pero hágame
caso.-Depositó su taza enfrente de él y sostuvo la desconfiada mirada de su
interlocutora, sin arredrarse.- Al poco que comience a tirar de ese hilo se va
a dar cuenta de que habrá estado perdiendo el tiempo. Eso, suponiendo que se
trate de la persona que yo pienso, y francamente, dudo mucho que él...
La alférez lo silenció
tapándole la boca con una mano, su mirada tornándose en una mueca de
sobresalto al tiempo que sus mejillas se ponían al rojo vivo. Elbuirp, cogido
por sorpresa, tardó unos segundos en percatarse de que un corro de voces muy
conocidas se acercaban desde las escaleras que conducían a la planta baja del
local. Y sintió que a él mismo le empezaban a dar los sudores en aquella
situación...
...
- ¿Estás seguro de que ya
no te duele la pierna? Puedes apoyarte en mí, si quieres...-Me comenta Hebilenn
cuando me encuentro a punto de empezar a subir las escaleras del Swarthen
detrás de Gilnevit y Dylphiel.
-Aparta retaca, que con
tu tamaño se nos cae antes de apoyarse .-Interviene Kenlish, sujetándome de un
brazo al tiempo que la otra chica me agarra del otro, tirando a la vez de mi.
-Al menos tendría donde
agarrarse, no como contigo, que te toca y se resbala.
- ¡Aaag! Soltadme las
dos. - Me zafo de ambas y subo los escalones de dos en dos, con la cara roja de
vergüenza. Doy las gracias para mis adentros de que el local esté prácticamente
vacío en la planta baja y de que nadie haya visto la escena. - Si van a
pelearse, háganlo por otra cosa que no sea yo, me están abochornando.
-Tú no las alientes, que
bastante calentitas están ya. - Soltó Versmegzul al tiempo que se interponía
entre las dos elfas y obligaba a Kenlish a caminar delante de él, a pesar de
los intentos de la chica por revolverse contra Hebilenn.- Se les ha olvidado
rápido lo de intentar llevarse bien, ¿eh?
Me resigno ante mi
incapacidad para impedir que los puñales vuelen entre ambas y pongo rumbo hacia
las mesas del fondo. Sin embargo, cuando me fijo con más atención, me percato
de la presencia de dos personas en las mesas del fondo, que a su vez se me
quedan mirando con rostro pétreo por la sorpresa. Y cuando examino sus emociones,
me doy cuenta de que, quizás, hemos sido un poco inoportunos al venir al
Swarthen a cenar.
-Profesor
Elbuirp…-Tartamudeo cuando estoy algo más cerca del profesor.- Que sorpresa, no
esperaba verle por aquí... Encantado de volver a verla, alférez.
-Hola, Wïlden.- Me saluda
mi profesor, tras carraspear un poco, tratando de recobrar la compostura. La
mujer por el contrario me saluda tímidamente con la mano y se pone a rebuscar
en un maletín que tiene junto a ella, aparentemente incómoda con la situación.-
¿Vienen todos contigo?
Señaló detrás de mí,
hacia Kenlish y el resto del grupo, que parece haberse calmado repentinamente
en presencia del padrino del club. Asiento con la cabeza, haciéndoles un gesto
para que se acerquen.
-Hoy al fin hemos tenido
la primera reunión seria del club de geología, y habíamos pensado venir a
celebrarlo para seguir conociéndonos todos. Perdón si les hemos importunado con
el alboroto, estamos un poquito alterados de la emoción, nada más.- Hago
intento de alejarme de la pareja, no sin que la oficial de la Guardia se vuelva
hacia mí roja de vergüenza.
-¡Estamos aquí por
trabajo, que quede claro!- Todos, hasta el propio Elbuirp, nos quedamos
mirándola por unos instantes, completamente estupefactos.
-Esto… Claro, no se
preocupe.- Acierto a comentar antes de despedirme con la mano y echar a andar
detrás de Kenlish hacia el otro extremo de la planta, rumbo a un reservado algo
apartado del resto de mesas por una pared.- Vaya reacción …
Trato de seguir el curso
de las emociones de ambos a distancia, mientras nos vamos acomodando entorno a
una mesa lo bastante amplia como para que coman ocho personas. No obstante, mis
intentos se ven frustrados cuando mis compañeros empiezan a interrogarme por lo
que he podido captar de ambos hasta el momento de la declaración de la oficial,
como si mi criterio fuera supremo para dichos cotilleos.
-A ver, eso es asunto de
ellos en todo caso.- Trato de evadir las preguntas refugiándome tras la carta
del local, pero aún puedo sentir sus miradas clavadas en mí y una morbosa marea
de curiosidad brotando de casi todos ellos, con excepción de Gilnevit.- Pero
realmente parecían estar muertos de vergüenza cuando nos han visto llegar, como
si les hubiéramos sorprendido haciendo algo que no debían.
-Éste Elbuirp las mata
callando, ¿eh?- Comenta Dylphiel, asomándose ligeramente por el borde del
reservado para tratar de fisgonear a la pareja al otro lado del local.-
Cualquiera lo diría, viendo como es en clases…
Se nos acerca el camarero
que nos había atendido a Kenlish y a mí la primera vez que acudimos al local.
Esta vez no detecto esa aura maliciosa que tenía la otra vez, y me permito
relajarme por primera vez en varias horas tras hacer mi pedido, mientras mis
compañeros siguen comentando la extraña conquista de nuestro padrino de club,
completamente entregados.
Kenlish se pega a mí,
aparentemente más calmada tras las puntillas de Hebilenn momentos antes, y deja
caer su cabeza sobre mi hombro. Yo enseguida me vuelvo hacia el otro lado,
buscando a la rubia, pero para mi fortuna, me está dando la espalda mientras
habla con Versmegzul del atractivo de Elbuirp con sus trajes siempre a medida y
su actitud de caballero en todo momento.
-Olvídate de ella por un
momento, anda.- Me comenta mi amiga con voz adormilada, entrecerrando los ojos
como si tuviera sueño.- Hoy has estado a punto de darme un disgusto. Dos veces,
que lo sepas.
Dejo escapar un suspiro y
apoyo mi cabeza contra la de ella, tratando de controlar un atisbo de sonrisa
que intenta asomar a mis labios.
-Déjame decirte que no ha
sido nunca mi intención. Sabes que yo no busco problemas. Son otros los que me
los desean.- Noto como su cuerpo se pone ligeramente en tensión, con un pequeño
batiburrillo de emociones empezando a bullir en su interior.- Ésta tarde,
cuando he tenido que cortar la comunicación, he hecho un par de descubrimientos
bastante preocupantes…
A estas alturas, ya todos
han empezado a escucharnos con toda su atención puesta en nosotros. Hasta
Gilnevit, que había permanecido observando con apatía por la ventana del
reservado hacia el infinito, me mira fijamente, sin pestañear.
Empiezo a contarles lo
que había visto, desde el momento en que me había introducido a toda prisa en
el armario del material, hasta el instante en que el conserje me había dejado
encerrado en el aula tras auxiliar a Vyrott. Ninguno de ellos pudo evitar
realizar un gesto de preocupación cuando nombré el hecho de que habían estado a
punto de arrojar a su propio compañero al vacío, pero, sorprendentemente, a
ninguno parece extrañarles el hecho de que hubieran sido Dragamsel y compañía
los que habían atacado a Kenlish y había intentado acabar conmigo por órdenes
de Rasmus. Es más, me da la impresión de que ya estaban al tanto, lo cual me desconcierta
en cuanto finalizo mi relato.
Los pedidos empiezan a
entrar en el reservado apenas unos segundos más tarde de que el silencio se
adueñe de nosotros. Ninguno osa pronunciar palabra en lo que el camarero,
extrañado por el ambiente que acaba de establecerse entre nosotros, sirve
nuestras comandas, las cuales permanecen sin tocar ante nosotros durante mas de
un minuto. Finalmente, Kenlish pone una mano sobre mi hombro y me aprieta con
delicadeza.
-Ahora ya sabes que
fueron Dragamsel y compañía los que me atacaron en el instituto. Perdona por no
habértelo querido contar.- Su disculpa viene acompañada de una mirada tan
intensa que siento que me traspasa el corazón a la vez que los ojos se me
empañan al sentir el dolor que la recorre al rememorar ese momento.- Lo siento,
Wïlden. No he querido que te atormentes pensando que podía haber sido culpa
tuya que me atacaran, ni que cometieras ninguna locura contra ellos. De verdad,
no he querido hacerte daño, pero sentía que si te lo decía querrías alejarme de
tí y…
La silencio por medio de
un abrazo que me brota de lo más profundo. Noto sus esfuerzos por contener las
lágrimas, pero finalmente me acaba abrazando a mí también, ocultando su rostro
contra mi hombro, en el cual siento al cabo de unos segundos la inconfundible
sensación cálida que delata su llanto silencioso.
-Ya me imaginaba que
sería por algo así… No tienes que preocuparte.- Le acaricio el pelo, tratando
de calmarla, sintiéndome algo violento al notar las miradas de todos puestas
sobre mí.- Lo que no entiendo es por qué todos ustedes tampoco parecen
sorprendidos por ello.- Les digo volviéndome hacia Hebilenn y compañía.
La elfa en cuestión hace
un gesto con la mano de llevárselo al oído, como si tuviera puesto un
transmisor. Parece algo incómoda al ver a Kenlish derrumbada emocionalmente, y
evita mirarme a los ojos por igual.
-No sorprende porque
viene a confirmar lo que descubrió Kenlish en el despacho del director mientras
tu lidiabas con lo de Dragamsel.- Empezó a decir, al tiempo que pincha unas
papas locas de la fuente que nos han servido a todos.- En esencia, parece que
Rasmus y el director forman parte de algún tipo de secta partidaria de la
pureza de sangre de los elfos, y como a ti te consideran un semielfo, no
quieren que te asocies con un “diamante en bruto” como es Kenlish. A Dragamsel
y los suyos los habrán reclutado para que se unan a dicha secta y así poder
usarlos para ir limpiando de mestizos ésta escuela, como casi logran contigo.
-Además, han hecho
desaparecer los historiales de tu ataque y el mío.- Interviene mi amiga,
separándose al fin de mí, con los ojos algo rojos por las lágrimas vertidas.-
Pude leer una carpeta en la que estaban contenidos todos los informes, junto a
una nota que daba la orden de destruirlos. Además de que escuché al propio
director darle esa orden a Rasmus.
-Aunque no fuimos los
únicos en oírlos…- Añade Gilnevit, antes de darle un bocado a un sandwich
vegetal que le han traído.- Había algo de interferencia en la señal de radio, y
Kenlish afirma haber encontrado un micrófono oculto pegado a la mesa del
director.
Giro el cuello tan rapido
hacia ella que por un momento temo haberme hecho daño de nuevo. Cambio la
mirada entre todos los presentes, con la boca entreabierta por la sorpresa.
-¿Alguien más estaba
escuchando la conversación?- Nuestra técnica en comunicaciones asiente con la
cabeza.- ¡Pero eso nos pone en peligro! No sólo a la operación sino… Joder, ¿y
si se trata de una medida de vigilancia de la secta esa anti mestizos?
-Aunque fueran ellos, no
podemos hacer nada en estos momentos.- Interviene Kenlish, con voz firme.- No
sabemos quien más ha podido escuchar que estábamos allí, pero a menos que
nosotros hagamos el primer movimiento, no corremos peligro de que vayan a por
nosotros. La única pista que podrían usar para saber que hemos estado allí es
el hecho de que leí en voz alta el informe y que mencioné que se refería a
“nosotros”. Por suerte no dije ningún nombre de los aquí presentes en voz alta,
así que por ese aspecto, es casi imposible que nos descubran. Lo ideal en estos
momentos es mantener un perfil bajo durante un tiempo, hasta que ésta gente se
olvide de nosotros.
-Y hablando de perfil
bajo, ¿qué se supone que vamos a hacer ahora?- Añade Hebilenn señalando a
Kenlish con un tenedor.- Hoy, pese a todos los contratiempos sufridos, hemos
completado la primera fase de tu operación. ¿Qué es lo próximo?
Mi amiga rellena su vaso
de cola y da un sorbo, antes de volverse hacia la rubia con mirada serena.
-Tendremos que dejar
pasar un tiempo, no sólo para que los espías del director se olviden de
nosotros, sino también para que los materiales que hemos pedido hoy empiecen a
llegar. Entre tanto, tenemos que ir preparando el local del club para montar el
laboratorio, y hacer algunas planificaciones logísticas para sustraer los
materiales del almacén según vayan llegando.
-Supongo que nos iría
bien tener gente dentro del almacén central para vigilar cuando llegan nuestros
pedidos…- Aventura Versmegzul, señalándome a mí con una mano.- Wïlden y yo
podríamos meternos como mozos de almacén para tener cubierta esa labor. Así
también podríamos ver una forma de sacar los materiales de allí sin llamar la
atención.
-Bien pensado.- Certifica
Kenlish, asintiendo con la cabeza.- Bien, Wilden y tú buscarán trabajo en el
almacén. Entre tanto, Gilnevit, Hebilenn, Dylphiel y yo nos encargaremos de
poner a punto el laboratorio del club para poder fabricar y almacenar el
compuesto. Tendremos que buscar una forma de evacuar los vapores que van a
producirse durante la cocción, y eso quizás pueda suponer un problema si no lo
planeamos bien… Aunque antes de eso, habrá que ver cómo transportamos los
materiales hasta ahí y luego hasta el instituto…
Todos nos quedamos en
silencio, mientras vamos dando bocados a la comida y pensamos en alguna
respuesta para el problema.
-Si no estuvieran esas
ratas, podríamos hacernos con una vagoneta y trasladar la mercancía bajo tierra
usando los túneles…- Comenta Dylphiel al cabo de un rato.- Aunque igual aún
podría hacerse. Ese arco tuyo, Kenlish, es una pasada. Si vas escoltando la
vagoneta, trasladar los materiales de ese modo lo haríamos sin problemas.
Kenlish niega con la
cabeza al tiempo que devora un buen puñado de papas locas. Realmente ha sido
dar el primer bocado y tanto ella como yo no hemos podido parar, tal es el
hambre que tenemos después de nuestra experiencia en los túneles.
-No funcionará.- Se da
unos pocos golpes en el pecho para ayudarse a tragar y se queda observando al
gemelo.- Ese arco, aunque es una pasada como herramienta, consume muchísima
energía del usuario. Yo vengo usándolo desde el primer día que acudí a la casa club
y he aprendido a manejarlo bastante bien, pero lo de hoy es lo más que he
logrado aprovecharlo en todo este tiempo. Quince flechas y ya viste cómo acabé.
Todos nos quedamos
observándola, esperando que nos de, al fin, una explicación sobre lo que es ese
arco de luz que la vimos usar en el túnel. Mi amiga da un par de bocados más y
toma aliento para hablar de nuevo.
-El arco, como han visto,
me permite disparar flechas de luz sin necesidad de cuerda o de proyectiles
materiales que tenga que cargar conmigo. A cambio, cada flecha parece llevarse
una cantidad determinada de mi energía con cada disparo efectuado. Ello me hace
pensar que se trata de un tipo de invento “mágico” o “elemental” basado en la
energía de los usuarios de Luz, y esto porque aún no he podido probarlo con un
usuario de Viento, como es lógico.- Da un trago de su bebida y prosigue.-
Ignoro qué método usa para extraer energía del usuario y condensarla en forma
de proyectiles, pero hasta donde puedo aventurar, éste arco sólo funcionará con
aquella persona que posea energía de Luz. Si nos ceñimos a la estadística de
porcentaje de usuarios en función de la población total de la República, sólo
un 30% de la población es capaz de usar la luz, un 60% el viento y el 10%
restante el agua. Eso significa que, de este grupo de seis que somos ahora, a
lo sumo sólo una persona más de los aquí presentes podría utilizar este arco,
pero aún siendo así, si no saben disparar con uno normal vendrá a ser lo mismo
que si estuviera yo sola. Y ya han visto que, con quince flechas, no vamos a
poder llegar a ninguna parte, ahí abajo había cientos de ratas.
Asiento con la cabeza, al
igual que Vers. Ciertamente, el número de ratas que habitan los túneles
representaría un problema para abatirlos a base de flechas como propone
Dylphiel. Pero me viene a la cabeza la sensación que tuve al patear a la que me
había herido, como si estuviera dándole a una pelota muy muy ligera.
-¿Qué me dirían si les
comento que creo que yo he empezado a desarrollar poderes de viento...?- Aventuro
en voz baja, hablando más para mí mismo que para el resto. Kenlish se me queda
mirando unos instantes, pero enseguida sonríe y me acaricia la mano.
-Que no me sorprende que
lo pienses. Después de ver lo que has hecho en el túnel, no le encuentro otra
explicación. Igual deberíamos informarnos un poco sobre las cualidades que se
asocian a cada elemento, para saber qué podemos esperar de cada uno, o cómo
usarlos.
-Yo ya he visto lo que
puede hacer un usuario de viento.- Giro la cabeza en la dirección en la que
debe quedar la mesa del profesor Elbuirp.- Le vi mandar por los aires la puerta
del baño cuando te atacaron, Kenlish. Sólo me gustaría poder averiguar si puedo
aprender a controlar mejor este poder sin que me descubran los demás
profesores…
-¿Para ir abriendo tu el
camino por los túneles?- Pregunta Hebilenn, dubitativa.
-No sólo por eso.- Me muerdo el labio inferior sin darme cuenta, como cada vez
que me estoy enfadando, mostrándoles mis colmillos a todos los presentes.- Sino
porque hay alguien que tiene una deuda pendiente conmigo… Y que quiero
cobrarme.