lunes, 8 de junio de 2020

Recopilatorio de Relatos de Isnir










jueves, 23 de abril de 2020

Relatos de Isnir. Capítulo 15

“Una deuda que cobrar”

Dado que los materiales para proseguir con nuestro plan aún tardarán un tiempo en llegar al almacén del Distrito 16, y que sin ellos estamos atados de pies y manos, decidimos que todos los integrantes del Club de Geología estaríamos adoptando un “Perfil Bajo” hasta ese entonces. Resumiendo: evitar atraer la atención de forma innecesaria sobre nuestras actividades.

El grupo de sociópatas de Rasmus y Dragamsel, los espías del director… Sin duda, nuestra incursión en el instituto había despejado muchas incógnitas que teníamos desde hacía tiempo… Pero también nos había hecho darnos cuenta de que nos habíamos metido en un juego muy peligroso…

Termino de guardar las mudas de ropa en mi bolsa de deporte y me dispongo a salir de mi habitación, tras comprobar que he dejado las ventanas cerradas por dentro y que no hay nada obstruyendo la cerradura de la puerta. Solía hacerlo a menudo en el pasado, por temor a que Dragamsel y los suyos se metieran a robar mis trabajos, pero desde que supe lo del micrófono en el despacho del director, me he vuelto aún más paranoico con la idea de que alguien entre a husmear mis cosas.

-Todo en orden.- Me digo a mí mismo al tiempo que paso la llave y me dirijo hacia las escaleras de los dormitorios masculinos.

A pesar de ser sábado y lo temprano de la hora, hay bastante movimiento en los pasillos y cerca del comedor de la residencia. Me cruzo con varios integrantes de otros clubes deportivos en mi camino a desayunar, muchos de ellos comentando con pesadumbre los entrenamientos infernales que les están imponiendo sus capitanes y entrenadores. No puedo evitar sonreír con desasosiego cuando escucho algunas de las conversaciones.

-Infelices… Si vivieran lo que yo he tenido que soportar todo este tiempo, un par de semanas o incluso un mes de régimen infernal les parecería un juego de niños…- Me digo a mi mismo mientras me dirijo con mi bandeja hacia las mesas de autoservicio. Por el rabillo del ojo veo a Dylphiel sentado a una mesa y saludándome alegremente con la mano. No tardo en encontrar el corpachón de Versmegzul al otro extremo del comedor, llenando su bandeja con frutas y cereales varios.

-¡Wilden! ¡Aquí! – Puedo oír como me llama Dylphiel claramente desde su mesa, haciendo que varias personas se vuelvan hacia mí, sorprendidos.

Le devuelvo el saludo con una sonrisa incómoda en mi cara. Hasta ahora nunca había coincidido con ellos en mis desayunos, así que no estoy acostumbrado a este tipo de situaciones… Pero ahora que ya todo el mundo ha visto que nos conocemos, supongo que no me queda de otra que desayunar con Vers y Dylph antes de irnos a nuestros entrenamientos.

-¿Qué hay Dylphiel? ¿Entrenamientos infernales también? – Le pregunto tras dejar mi bolsa de equipo junto a la mesa. Tomo asiento frente a Dylphiel y empiezo a servirme una buena taza de café.

-Cómo todos los clubes deportivos, supongo. – El chico se frota los ojos por unos momentos, como si aún le costase despejarse.- Odio las fechas antes de los campeonatos interdistritos…

-Si descansaras lo que debes en vez de quedarte hasta tarde despierto, te costaría menos madrugar…- Interviene Versmegzul, dejando su bandeja del desayuno cargada hasta arriba junto a su amigo.- Te veo bien, Wilden. ¿Cómo tienes las piernas?

-Completamente recuperadas y con ganas de volver a las pistas.- Le respondo mientras me doy una palmada en la rodilla izquierda.- Me vendrá bien ejercitarme de nuevo tras tanto tiempo en el dique seco…

Comenzamos a desayunar mientras intercambiamos impresiones de nuestros respectivos entrenamientos y clubes. En ningún momento tratamos de tocar el tema de lo acontecido en el instituto unos días atrás, ni las actividades del Club de Geología, hasta que vemos entrar en el comedor a Vyrott, completamente sólo. Lo sigo con la mirada disimuladamente, mientras lo localizo con mi habilidad sensorial para estudiar su estado de ánimo. Me transmite una sensación de ansiedad y frustración reprimidas, que rápidamente asocio al episodio que viví en el aula donde Dragamsel y los suyos por poco tratan de acabar con él.

-Wilden… Ese chico que acaba de entrar… ¿Es el que…? – Dylphiel enseguida es silenciado por Versmegzul por medio de un pan de leche que le pone delante de la boca.

-Sé más discreto, anda. Se supone que ninguno de nosotros sabe nada de lo que pasó ahí, ¿recuerdas? – Le susurra en voz baja, pero lo bastante alto para que yo pueda oírlo frente a ellos.

-Tiene razón, Dylph, tenemos que ser muy cuidadosos con ese tema. Por ahora yo evitaría volver a hablar sobre ello fuera de la casa club o en sitios públicos como este. - Añado antes de beber un buen trago de café.- Pero sí, es él.

-Es que va a cantar un poco que ha pasado algo … Tú nunca sueles desayunar al mismo tiempo que ellos, obviamente, pero es la primera vez que Vyrott baja a desayunar sin nadie del grupo de Dragamsel o del club de Artes Marciales…- Prosigue Dylphiel mientras sigue con la mirada a Vyrott, que deambula por las mesas de autoservicio como un alma en pena.

-No es nuestro problema…- Sentencio con voz seria antes de verter leche y avena en un cuenco frente a mí. – Aunque Vyrott nunca llegó a hacerme nada directamente, tampoco hizo nada por impedírselo a sus viejos amigos. Y eso mismo pienso hacer yo, nada.

Vers observa de reojo a Vyrott sentarse sólo en una mesa al fondo del comedor, mientras yo como mi desayuno en silencio, sintiendo los reproches sin palabras que emiten mis dos compañeros. Dylphiel en concreto parece el más disgustado con mis palabras, pero no pronuncia palabra alguna mientras corta unos gajos de manzana para sí mismo.

-Esperemos al menos que no le afecte lo que estamos haciendo… - Comenta Vers en voz baja. - Ya me sentaría mal que se haya arrepentido y encima alcance a recibir…

-Ya nos preocuparemos por el alcance que tengamos cuando lleguemos a esa fase…- Comento también en voz baja, aunque en el fondo, yo tampoco quiero que gente inocente se vea implicada en nuestros planes. - Ya nos preocuparemos…

Media hora más tarde, me despido de Versmegzul y Dylphiel junto al gimnasio de la zona deportiva y me dirijo hacia las pistas de atletismo que quedan casi en el borde norte del distrito. El aire a esta hora es algo más frío de lo habitual, y la humedad y nubes altas me hacen presagiar que dentro de poco se va a poner a llover.

Cierro hasta arriba la cremallera de mi chaqueta del club y aprieto el paso hacia las pistas con las manos en los bolsillos, conteniendo los escalofríos que me sacuden cada vez que la brisa fría se cuela bajo mi indumentaria. Al poco rato, consigo alcanzar finalmente las gradas que rodean el estadio, donde varios grupos de personas se hayan desperdigadas por doquier.

Bajo las escaleras que atraviesan las gradas hasta las pistas y me dirijo a la zona donde siempre se reúne el equipo de corredores, pero antes incluso de llegar hasta ellos noto algo que me desconcierta en la figura del entrenador. No se trata de nuestro preparador habitual, sino del profesor que más detesto de todo el instituto. Exactamente, Arxel Rasmus está ridículamente vestido con el uniforme del entrenador de atletismo, al tiempo que parece estar hablando con el capitán de mi equipo.

-Esto no puede ser bueno…- Pienso para mí al tiempo que capto las emociones de mi capitán, completamente asustado y frustrado. Cómo viene siendo habitual, soy incapaz de captar las emociones de Rasmus, pero por suerte, esta vez hasy bastantes compañeros que me respetan presentes como para que me de miedo acercarme a él.- ¿Por qué tengo el presentimiento de que el muy bastardo ha venido expresamente a joderme…?

No tardo en comprobar que mis sensaciones son las correctas. En cuanto Arxel me ve acercarme, se gira hacia mí con una sonrisa hipócrita en la cara, mientras que mi capitán me observa con gesto apenado y como si quisiera disculparse por algo.

-Bueno, bueno, bueno. Pero si es el príncipe Wilden, que al fin se digna a aparecer por estos lares.- Ignoro por completo a Rasmus mientras se burla de mí, manteniendo mi mirada fija en mi capitán en todo momento.- ¿Está su excelencia al fin en disposición de volver a entrenar, o necesita un par de semanas más de reposo para volver al equipo?

-Profesor, Wilden ha estado lesionado casi un mes entero. Está siendo muy injusto con esas palabras…- Le recrimina mi capitán, que se ve respaldado por varios gestos de asentimiento de unos cuantos compañeros míos.

-Exactamente, lesionado durante todo un mes estando a las puertas de la mayor competición deportiva del curso. Y todo, por andar saliendo hasta las tantas por la noche, según tengo entendido. - Prosigue Rasmus, distorsionando deliberadamente toda la realidad que tanto él como yo conocemos.- Su falta de compromiso con el equipo… No, que digo, con todos sus compañeros de distrito, resulta insultante, Wilden. Me consta que antes del incidente de su lesión, su tiempo era de los mejores de su año. Y con sus imprudencias ha echado a perder la gran esperanza del Distrito 16 de batir un record en el interdistritos del mes que viene.

-Con el debido respeto… Señor. - Interrumpo en tono seco y cortante, pero sin alzar la voz recurriendo a un autocontrol extremo, a la vez que reprimo mi instinto asesino.- Mis heridas se han recuperado en la mitad del tiempo estimado por los médicos inicialmente. Con el debido régimen de entrenamiento y rehabilitación, puedo estar a plena capacidad para cuando llegue el día de la primera prueba deportiva, con lo que no entiendo a que vienen esas acusaciones infundadas. Cómo si yo hubiera querido pasar un mes entero con las piernas destrozadas…

-No es por algo que usted quiera, sino que está en la obligación de velar por los intereses del grupo, Wilden. Sus talentos no son para elevar su ego personal, sino para contribuir al éxito del colectivo al que pertenece. Vivimos en una sociedad en la que cada individuo debe velar por el interés de un bien mayor, por el éxito del colectivo.- Rasmus acaba por pegar tanto su cara a la mía que soy capaz de ver mi reflejo en sus ojos.- Esta escuela existe para enseñarles a ustedes a funcionar en nuestra sociedad cuando salgan de aquí. A que cada uno aprenda que son parte de una gigantesca maquina perfectamente sincronizada llamada República de Isnir. Y usted, Wilden, acabará aprendiendo cual es su lugar y su función dentro de este equipo.

Le sostengo la mirada por unos instantes, reprimiendo las ganas de soltarle una patada con todas mis fuerzas. Finalmente, Rasmus se aleja al ver que no caigo en sus provocaciones, pero enseguida vuelve a la carga con otra de las suyas.

-Sus lesiones y su ausencia todo este tiempo han perjudicado al equipo, Wilden. Y dada la cercanía de una prueba tan importante para el Distrito 16, tenerle estorbando aquí sólo contribuiría a lastrar los esfuerzos de sus compañeros, que han de darlo todo por mejorar en estas semanas que restan.- Saca un papel de una carpeta que sostenía en una de sus manos y me lo pone delante.- Por este motivo, y como encargado de configurar los equipos que representarán a este distrito en la competición escolar, me veo obligado a suspenderle del equipo hasta que el Interdistritos haya finalizado. Una vez termine la competición, se estudiará la posibilidad de que pueda reincorporarse a la disciplina del Club de Atletismo, siempre que su actitud y compromiso mejoren…

Le arranco de las manos el papelito y, tras echarle un rápido vistazo a las sandeces que contiene, lo doblo en cuatro trozos y lo levanto en alto. Todo ello mientras le sostengo una mirada desafiante a Rasmus.

-Así que suspendido por falta de compromiso con el equipo y por ser un lastre… ¿Esta decisión la ha tomado usted en exclusiva?

-Cómo acabo de decir, en calidad de encargado de…

- ¿Y está usted seguro de que no me está suspendiendo por otros motivos, profesor? Cómo, por ejemplo, el hecho de que no quiere que un semielfo acabe imponiéndose deportivamente a elfos más puros y “dignos” de representar sus ideales de raza suprema.- La sangre parece abandonar el rostro de todos los presentes, mientras que el rostro de Rasmus empieza a adquirir un tono rojizo hasta en las orejas.- O bueno, dejando de lado su consabida ideología supremacista y que soy el más sospechoso de ser medio humano dentro del equipo de atletismo… ¿Seguro que no es porque se está dejando llevar por su antipatía, también conocida, hacía mí…?

-¡Cuida tus palabras, Wilden! ¡Estás faltándole al respeto a un profesor y eso es una falta muy grave!- Vocifera Rasmus completamente rojo de ira y fuera de sí. Compruebo, satisfactoriamente, que esta vez si estoy logrando sentir sus emociones, rebosando ira contra mí.- ¡¿Cómo te atreves a acusarme de esa forma, maldito niñato?! ¡Voy a hacer que te expulsen de este equipo! ¡Olvida la suspensión temporal, voy a hacer que la junta deportiva de Zeblorg te vete de por vida!

-No se moleste, profesor.- Sonrío de forma burlona mientras rompo en pedazos el papelito que me ha dado antes y los arrojo al viento.- No hace falta que me expulse del equipo. Dimito voluntariamente. Buena suerte tratando de ganar el torneo con sus métodos. ¡Ah! Y de paso, debería repasar sus lecciones de control de las emociones. Creo que no es muy maduro de su parte rebajarse al nivel de un “niñato” cómo yo, si sabe que aún me cuesta reprimir las mías.

Y tras decir esto, me doy la vuelta para salir del estadio mientras oigo a Rasmus gritando improperios a mis espaldas y a mi capitán suplicándome que recapacitara y volviera para arreglar las cosas. Hago oídos sordos a todo y salgo del recinto sin rumbo claro, caminando con el único propósito de alejarme cuanto antes de Arxel Rasmus y sus emociones toxicas, que ahora parecen perseguirme tras haber conseguido captarlas por primera vez.

Al cabo de un rato, me detengo finalmente frente a una zona ajardinada cerca de los gimnasios donde me separé de Versmegzul y Dylphiel no hace mucho. Todo mi cuerpo continúa temblando de rabia e indignación por lo vivido, y aunque poder soltarle todas esas cosas en la cara a Rasmus ha sido muy gratificante para mí, aún no es suficiente para aplacar la sed de sangre que tengo desde que ha empezado a provocarme.

-Definitivamente, no me reconozco… Antes del ataque en el parque, esta situación me habría dejado paralizado sin saber que hacer…- Aprieto el puño con tanta fuerza que creo que podría atravesarme la piel con las uñas.- Me estoy volviendo demasiado irreflexivo… Espero que lo de antes no arrastre más problemas para Kenlish o los demás… Tengo que hablarlo con ella más tarde, necesitamos hacer control de daños por lo que acaba de pasar…

Mientras estoy ordenando mis pensamientos y tratando de calmarme, siento unas presencias conocidas saliendo de un camino que atraviesa los jardines. Justo en medio de la zona ajardinada frente a la que me he detenido, se encuentra un gran dojo donde entrena el equipo de Artes Marciales, por lo que no me sorprendo al ver como Dragamsel y dos de sus esbirros salen de él con aire despreocupado. No parecen haberme visto, y aún llevan sus equipaciones de entrenamiento, por lo que intuyo que están tratando de escaquearse de la práctica que sus compañeros deben estar realizando en esos instantes.

Me planteo alejarme de allí antes de que me vean… Pero, aunque mi mente me grita que me aleje cuando antes de esos tres, la bestia que llevo dentro sigue pidiéndome sangre… Y la deuda que quiero cobrarme exije mucha de estos tres. De modo que antes de darme cuenta, ya me he atravesado en el camino de Dragamsel, que se detiene sorprendido al verme junto a sus lacayos.

- ¡Vaya, vaya! ¿Qué ven mis ojos? ¿Estaré soñando? - Suelta Dragamsel antes de echarse a reír a coro con sus seguidores.- ¿Qué haces aquí, Wilden? ¿Tanto echas de menos tus lecciones conmigo que has venido a por ellas?

-Creo que ese accidente que tuvo le dejó mal de la cabeza. - Añade otro de ellos, burlón.

-Espera, ¿no lo estaba ya desde antes? - Añade otro antes de seguir riéndose.

Los escucho reírse casi sin inmutarme. Las ganas de destrozar a estos tres payasos han tomado control casi completo de mi mente y todo rastro de prudencia me resulta ahora algo ajeno y extraño. Todo mi ser se siente extraño, con los sentidos agudizados a causa de la adrenalina, mis pensamientos se centran sólo en buscar el momento idóneo en que uno de ellos baje la guardia lo suficiente para patearle el cuello… Y comienzo a asustarme de mí mismo. Quiero parar esos pensamientos y recuperar el control sobre mi propio cuerpo, expulsar a esta versión de mí que parece una bestia salvaje y descontrolada… Cómo si hubiera dos yos luchando por el control de mi ser.

- ¿Qué te pasa? ¿Es que al final es cierto que te quedaste tonto? - Suelta Dragamsel al tiempo que da unos pasos para acercarse a mí, con aires de superioridad.- Si necesitas una buena ostia para volver a pensar con claridad, no me importa hacerte el favor…

Mi bolsa de deporte cae al suelo en el momento en que me lanzo a por Dragamsel, acortando la distancia que nos separa en apenas un instante, para sorpresa de mi acosador. Es tal el susto que se lleva al verme de pronto a un palmo de él que, al tratar de retroceder inconscientemente, tropieza y cae de culo al suelo. Sus dos compinches dejan de reír al ver como su líder cae sin que yo le haya puesto la mano encima, y me observan atónitos.

-¡¿Pero que coño pasa contigo, escoria?!- Me increpa Dragamsel desde el suelo, rojo a causa de la vergüenza y la ira por haberse dejado sorprender. Yo me deleito sintiendo por primera vez sus emociones, brotando igual que había pasado hacía un rato con Rasmus.

-Vaya, que curioso… - Una sonrisa maliciosa se apodera de mi rostro.- ¿Tanto te asusta que te encaren de frente que te has cagado encima, Dragamsel? Si llego a saberlo antes…

-¿Qué acabas de decir?- Dragamsel se levanta como un resorte y enseguida noto como activa sus poderes de viento en sus manos, por lo que me alejo antes de que pueda agarrarme con ellas.- Estás muy gallito hoy, por lo que veo…

-No más que tú cuando tienes a tus perros de caza cerca para hacerte el trabajo sucio.- Les lanzo una mirada despectiva a sus dos escoltas, que se han tratado de abrir hacia mis laterales en cuanto han visto a su líder recuperarse.- Mucho presumir de ser el mejor de tu club de artes marciales, pero siempre acabas necesitando que otros te den ventaja sobre tus víctimas.

-Me parece que tienes el concepto equivocado de ti mismo, Wilden. - El rostro de Dragamsel se ensombrece a la par que toda su postura corporal se torna amenazadora.- Una lucha entre elfos de verdad, es una lucha entre hombres, donde cada uno se juega su honor en el combate cuerpo a cuerpo. Pero, ¿qué eres tú? Sólo un medio elfo. Si acaso un poco mejor que esas bestias primitivas que son los humanos, solo por esa sucia mezcla que tienes en las venas. No eres un elfo de verdad, solo una aberración. Así que, cazar un animal en grupo no es más que la lógica natural en tu caso…

-Guau, creo que ya puedo decir cual es la clase en la que más te destacas… Una lección de manual de Ética de Arxel Rasmus. – Espeto al tiempo que reprimo las ganas de vomitar que estoy sintiendo. – Aunque me sorprende que hayas sido capaz siquiera de retener toda esa mierda dentro de tu cabeza…

-¿Tu hoy quieres morir, verdad?- Los ojos de Dragamsel me fulminan tras mis palabras, mientras sus dos esbirros me insultan a ambos lados.- Te voy a enseñar lo que pasa cuando te pasas de listo conmigo, Wilden…

Dragamsel y los suyos comienzan a moverse hacia mí, pero antes de que hayan logrado dar un paso, una voz tronadora los hace detenerse. La sangre abandona el rostro de mis atacantes en el momento en que su maestro de artes marciales aparece desde el dojo, caminando furioso hacia ellos con alguien más yendo tras él con rostro decidido. Cuando finalmente llegan a nuestra altura, me sorprende ver a Vyrott con el rostro muy serio, sin quitarme la vista de encima.

-¡¿Qué estabas a punto de hacer, Dragamsel?!- Le increpa el maestro a un Dragamsel que repentinamente parecía haberse empequeñecido en su presencia.- ¡¿Cuántas veces debo repetiros que lo que se os enseña en el dojo no debe usarse para dañar a nadie?!

-Maestro, me temo que se ha hecho una ide…-Trata de interrumpir el aludido, pero enseguida recibe una bofetada del maestro que le deja con la palabra en la boca. Y a mí boquiabierto.

-¡Silencio! Ya es la segunda vez en menos de una semana que tengo conocimiento de tu comportamiento deshonrroso, y no voy a seguir tolerando que te hagas el listo conmigo. ¡Y vosotros dos! – Señala a los dos esbirros de Dragamsel, que ahora parecen estar a un soplo de aire de caerse al suelo.- ¡No creáis que voy a tragarme que no estabais tratando de atacar por la espalda a este chico! Sois una vergüenza para el club. Escaqueandoos de los ejercicios de calentamiento y tratando de atacar entre tres a un no iniciado. ¡Ya estáis entrando, cagando leches al dojo! Y cuando acabe el entrenamiento vamos a tener unas palabras los cuatro. ¡Adentro!

Dragamsel y los suyos se dirigen de regreso al interior del edificio, no sin que antes me dediquen una mirada furibunda, pero se apresuran a obedecer las ordenes de su maestro. En cuanto los ve entrar al dojo, el maestro se vuelve hacia mí, me pide disculpas por lo ocurrido y se marcha, dejándome a solas con Vyrott. El antiguo seguidor de Dragamsel se aproxima a mí hasta quedar a unos pocos pasos de distancia, mirándome a los ojos en todo momento. El silencio se adueña del lugar mientras la brisa fría hace que mis pensamientos se enfríen poco a poco, sin que ninguno de los dos parezca dispuesto a romper el silencio.

-No deberías volver a enfrentarlo como has hecho hoy, Wilden.- Me dice al cabo de unos tensos diez segundos en los que ambos nos hemos sostenido la mirada, estudiándonos mutuamente.- Si no llego a ver a Dragamsel escaqueándose del entrenamiento, ahora ya no estarías aquí…

-¿Por qué me habrían tratado de arrojar por el borde de la isla?- Replico al instante, haciendo que Vyrott se quede blanco del susto. El chico me mira con ojos asustados, como dándose cuenta de que mi comentario no había sido casual.- Sé que fueron Dragamsel y los suyos quienes…

-Espera.- Vyrott alza una mano con gesto nervioso mientras observa a su alrededor, desprendiendo una sensación intranquila en todo momento.- Aquí no. No sé como te has enterado, pero este lugar es peligroso para hablar de ello.

Asiento con la cabeza. No logro captar a nadie en las cercanías, pero siempre es posible que otra persona sea invisible a mi radar sensorial y que ande oculta escuchando.

-Coincido. – Me echo mi bolsa al hombro y me quedo meditando por unos instantes. – Me gustaría darte las gracias por lo de hace un momento. Si a la tarde te viene bien, hay un sitio al que me gusta ir a tomar algo los fines de semana, el Swarthen.

-Lo conozco, aunque sólo de oídas.

-Perfecto. Entonces, si quieres que hablemos de esto, te espero ahí a las seis de la tarde.- Me doy la vuelta y le hago un gesto de despedida con la mano.- Y gracias por el cable.


lunes, 20 de abril de 2020

Relatos de Isnir. Capítulo 14


Elbuirp Dosait subió las escaleras del Swarthen, al tiempo que consultaba la hora en su reloj de bolsillo. Llegaba con algo de adelanto a la cita, pero era costumbre en él anticiparse a los posibles contratiempos que pudieran surgir. Además, no era propio de caballeros hacer esperar a una mujer cuando ésta te citaba.

Localizó a su objetivo sentada al fondo del local, en la zona más apartada de las mesas, vestida aún con su uniforme de la Guardia de Eylissia, aunque sin su boina reglamentaria su pelo corto dorado la hacía destacar en medio de la soledad del local. Lo detectó enseguida en cuanto puso rumbo hacia ella, e hizo ademán de incorporarse hasta que el propio Elbuirp le hizo un gesto negativo con la mano.

-No es necesario ser formales. Se supone que ahora no estamos trabajando.- Comentó el profesor cuando estuvo a la altura de la oficial, ante la que se inclinó para dar dos besos en las mejillas.- Me ha dejado en mal lugar llegando tan pronto. Yo que pretendía no hacerla esperar...

-Me he adelantado para revisar el lugar... Profesor.- Respondió la militar, relajando el semblante.- Está todo limpio, no se preocupe. No hay micros ni cámaras ocultas, y por si acaso las cosas se tuercen tengo a mi compañero esperando en el bar de enfrente.

-Ha pasado demasiado tiempo en el frente, alférez. - Sentenció Elbuirp reprimiendo la risa, para consternación de la mujer.- Estamos en un distrito escolar, nadie va a intentar atacar a una oficial de la Guardia y a un profesor aquí. Al menos, no a plena luz...-Tanto su rostro como el de su interlocutora se ensombrecieron con esas palabras.- ¿Qué novedades hay?

La oficial extrajo dos carpetas con documentos de un pequeño maletín de cuero que había depositado a su lado, tendiéndoselas al profesor con rostro serio. Elbuirp abrió la más abultada de las dos y se detuvo un rato examinando el dossier que contenía, sin pronunciar palabra. El camarero de la planta hizo un intento de aproximarse a tomarles nota, pero la mujer le indicó con un gesto de mano que era lo que querían, y el muchacho, avispado, supo que era mejor que se mantuviera a distancia el máximo tiempo posible.

- ¿Estos son los originales? -Preguntó el docente al tiempo que el camarero desaparecía rumbo a las cocinas del local.

-Fotocopias. Los originales están aún en la clínica y en los archivos del instituto... O estaban, hasta este mediodía al menos.- Elbuirp detuvo su lectura y miró a la mujer a la cara, preocupado.- Lo estamos investigando aún, pero esta tarde mi compañero pasó a solicitar el informe del alta de Wilden y en la clínica le comunicaron que había desaparecido de los archivos. Teniendo en cuenta las circunstancias del ataque, tenía sospechas de que podía suceder algo así y me aseguré de tener una copia de cada documento que se emitía sobre el muchacho. Y parece ser que no me equivoqué.

-Es sospechoso, cuanto menos... Y supongo que no me habría citado aquí tan pronto si no tuvieran más pistas...-Le tendió los dossiers a la mujer, que los guardó con cuidado en su maletín.- ¿Tienen algún sospechoso?

El camarero apareció en ese momento con dos tazas de café con leche, que se apresuró a depositar entre ambos y a marcharse sin hacer ruido, como temiendo la reacción de la oficial. Esta, por su parte, rasgó el papel de un sobre de azúcar y lo vertió en su taza, sin hacerle mucho caso a la actitud de pánico que provocaba en el muchacho.

-Mientras Wilden se encontraba inconsciente por el ataque, las enfermeras y médicos que lo atendían nos hicieron llegar una serie de denuncias sobre un hombre que se hacía pasar por doctor del centro. La mayoría de los avistamientos se produjeron en la habitación del propio Wilden, y como pudimos constatar más tarde con la administración de la clínica, demostraba un interés excesivo por todo cuanto tuviera que ver con él. Se le vio por última vez el día de su despertar, cuando se dio a la fuga perseguido por la enfermera que lo atendía en su habitación tras tener contacto con el paciente. Ese, es nuestro principal sospechoso ahora mismo.

Elbuirp se llevó una mano a la cara y se restregó la barba que empezaba a dejarse ver en su barbilla, en un claro gesto de desesperación que no pasó desapercibido para su interlocutora. Esta clavó sus ojos castaño oscuro sobre él, en una mirada penetrante que habría sometido a cualquiera que quisiera interrogar.

-¿Sabe de quién estoy hablando?- Preguntó en un tono frío a la vez que dejaba su café en la mesa.

-Tengo una intuición de quién puede ser, pero si es ese el caso, me temo que se equivoca usted de sospechoso. -Dejó escapar el profesor, a la vez que una sonrisa asomaba a sus labios.
-Eso lo tengo que decidir yo, profesor, no usted, a pesar de que sea...-Elbuirp levantó una mano en señal de apaciguamiento, y dio un sorbo de su propio café.

-Ahora mismo estoy en la reserva, alférez, a pesar de que mi historial me diera un escalafón más alto que el suyo. Tiene razón, la investigación de este asunto le compete exclusivamente a usted como miembro de las fuerzas de seguridad, pero hágame caso.-Depositó su taza enfrente de él y sostuvo la desconfiada mirada de su interlocutora, sin arredrarse.- Al poco que comience a tirar de ese hilo se va a dar cuenta de que habrá estado perdiendo el tiempo. Eso, suponiendo que se trate de la persona que yo pienso, y francamente, dudo mucho que él...

La alférez lo silenció tapándole la boca con una mano, su mirada tornándose  en una mueca de sobresalto al tiempo que sus mejillas se ponían al rojo vivo. Elbuirp, cogido por sorpresa, tardó unos segundos en percatarse de que un corro de voces muy conocidas se acercaban desde las escaleras que conducían a la planta baja del local. Y sintió que a él mismo le empezaban a dar los sudores en aquella situación...

...

- ¿Estás seguro de que ya no te duele la pierna? Puedes apoyarte en mí, si quieres...-Me comenta Hebilenn cuando me encuentro a punto de empezar a subir las escaleras del Swarthen detrás de Gilnevit y Dylphiel.

-Aparta retaca, que con tu tamaño se nos cae antes de apoyarse .-Interviene Kenlish, sujetándome de un brazo al tiempo que la otra chica me agarra del otro, tirando a la vez de mi.

-Al menos tendría donde agarrarse, no como contigo, que te toca y se resbala.

- ¡Aaag! Soltadme las dos. - Me zafo de ambas y subo los escalones de dos en dos, con la cara roja de vergüenza. Doy las gracias para mis adentros de que el local esté prácticamente vacío en la planta baja y de que nadie haya visto la escena. - Si van a pelearse, háganlo por otra cosa que no sea yo, me están abochornando.

-Tú no las alientes, que bastante calentitas están ya. - Soltó Versmegzul al tiempo que se interponía entre las dos elfas y obligaba a Kenlish a caminar delante de él, a pesar de los intentos de la chica por revolverse contra Hebilenn.- Se les ha olvidado rápido lo de intentar llevarse bien, ¿eh?

Me resigno ante mi incapacidad para impedir que los puñales vuelen entre ambas y pongo rumbo hacia las mesas del fondo. Sin embargo, cuando me fijo con más atención, me percato de la presencia de dos personas en las mesas del fondo, que a su vez se me quedan mirando con rostro pétreo por la sorpresa. Y cuando examino sus emociones, me doy cuenta de que, quizás, hemos sido un poco inoportunos al venir al Swarthen a cenar.

-Profesor Elbuirp…-Tartamudeo cuando estoy algo más cerca del profesor.- Que sorpresa, no esperaba verle por aquí... Encantado de volver a verla, alférez.

-Hola, Wïlden.- Me saluda mi profesor, tras carraspear un poco, tratando de recobrar la compostura. La mujer por el contrario me saluda tímidamente con la mano y se pone a rebuscar en un maletín que tiene junto a ella, aparentemente incómoda con la situación.- ¿Vienen todos contigo?

Señaló detrás de mí, hacia Kenlish y el resto del grupo, que parece haberse calmado repentinamente en presencia del padrino del club. Asiento con la cabeza, haciéndoles un gesto para que se acerquen.

-Hoy al fin hemos tenido la primera reunión seria del club de geología, y habíamos pensado venir a celebrarlo para seguir conociéndonos todos. Perdón si les hemos importunado con el alboroto, estamos un poquito alterados de la emoción, nada más.- Hago intento de alejarme de la pareja, no sin que la oficial de la Guardia se vuelva hacia mí roja de vergüenza.

-¡Estamos aquí por trabajo, que quede claro!- Todos, hasta el propio Elbuirp, nos quedamos mirándola por unos instantes, completamente estupefactos.

-Esto… Claro, no se preocupe.- Acierto a comentar antes de despedirme con la mano y echar a andar detrás de Kenlish hacia el otro extremo de la planta, rumbo a un reservado algo apartado del resto de mesas por una pared.- Vaya reacción …

Trato de seguir el curso de las emociones de ambos a distancia, mientras nos vamos acomodando entorno a una mesa lo bastante amplia como para que coman ocho personas. No obstante, mis intentos se ven frustrados cuando mis compañeros empiezan a interrogarme por lo que he podido captar de ambos hasta el momento de la declaración de la oficial, como si mi criterio fuera supremo para dichos cotilleos.

-A ver, eso es asunto de ellos en todo caso.- Trato de evadir las preguntas refugiándome tras la carta del local, pero aún puedo sentir sus miradas clavadas en mí y una morbosa marea de curiosidad brotando de casi todos ellos, con excepción de Gilnevit.- Pero realmente parecían estar muertos de vergüenza cuando nos han visto llegar, como si les hubiéramos sorprendido haciendo algo que no debían.

-Éste Elbuirp las mata callando, ¿eh?- Comenta Dylphiel, asomándose ligeramente por el borde del reservado para tratar de fisgonear a la pareja al otro lado del local.- Cualquiera lo diría, viendo como es en clases…

Se nos acerca el camarero que nos había atendido a Kenlish y a mí la primera vez que acudimos al local. Esta vez no detecto esa aura maliciosa que tenía la otra vez, y me permito relajarme por primera vez en varias horas tras hacer mi pedido, mientras mis compañeros siguen comentando la extraña conquista de nuestro padrino de club, completamente entregados.

Kenlish se pega a mí, aparentemente más calmada tras las puntillas de Hebilenn momentos antes, y deja caer su cabeza sobre mi hombro. Yo enseguida me vuelvo hacia el otro lado, buscando a la rubia, pero para mi fortuna, me está dando la espalda mientras habla con Versmegzul del atractivo de Elbuirp con sus trajes siempre a medida y su actitud de caballero en todo momento.

-Olvídate de ella por un momento, anda.- Me comenta mi amiga con voz adormilada, entrecerrando los ojos como si tuviera sueño.- Hoy has estado a punto de darme un disgusto. Dos veces, que lo sepas.

Dejo escapar un suspiro y apoyo mi cabeza contra la de ella, tratando de controlar un atisbo de sonrisa que intenta asomar a mis labios.

-Déjame decirte que no ha sido nunca mi intención. Sabes que yo no busco problemas. Son otros los que me los desean.- Noto como su cuerpo se pone ligeramente en tensión, con un pequeño batiburrillo de emociones empezando a bullir en su interior.- Ésta tarde, cuando he tenido que cortar la comunicación, he hecho un par de descubrimientos bastante preocupantes…

A estas alturas, ya todos han empezado a escucharnos con toda su atención puesta en nosotros. Hasta Gilnevit, que había permanecido observando con apatía por la ventana del reservado hacia el infinito, me mira fijamente, sin pestañear.

Empiezo a contarles lo que había visto, desde el momento en que me había introducido a toda prisa en el armario del material, hasta el instante en que el conserje me había dejado encerrado en el aula tras auxiliar a Vyrott. Ninguno de ellos pudo evitar realizar un gesto de preocupación cuando nombré el hecho de que habían estado a punto de arrojar a su propio compañero al vacío, pero, sorprendentemente, a ninguno parece extrañarles el hecho de que hubieran sido Dragamsel y compañía los que habían atacado a Kenlish y había intentado acabar conmigo por órdenes de Rasmus. Es más, me da la impresión de que ya estaban al tanto, lo cual me desconcierta en cuanto finalizo mi relato.

Los pedidos empiezan a entrar en el reservado apenas unos segundos más tarde de que el silencio se adueñe de nosotros. Ninguno osa pronunciar palabra en lo que el camarero, extrañado por el ambiente que acaba de establecerse entre nosotros, sirve nuestras comandas, las cuales permanecen sin tocar ante nosotros durante mas de un minuto. Finalmente, Kenlish pone una mano sobre mi hombro y me aprieta con delicadeza.

-Ahora ya sabes que fueron Dragamsel y compañía los que me atacaron en el instituto. Perdona por no habértelo querido contar.- Su disculpa viene acompañada de una mirada tan intensa que siento que me traspasa el corazón a la vez que los ojos se me empañan al sentir el dolor que la recorre al rememorar ese momento.- Lo siento, Wïlden. No he querido que te atormentes pensando que podía haber sido culpa tuya que me atacaran, ni que cometieras ninguna locura contra ellos. De verdad, no he querido hacerte daño, pero sentía que si te lo decía querrías alejarme de tí y…

La silencio por medio de un abrazo que me brota de lo más profundo. Noto sus esfuerzos por contener las lágrimas, pero finalmente me acaba abrazando a mí también, ocultando su rostro contra mi hombro, en el cual siento al cabo de unos segundos la inconfundible sensación cálida que delata su llanto silencioso.

-Ya me imaginaba que sería por algo así… No tienes que preocuparte.- Le acaricio el pelo, tratando de calmarla, sintiéndome algo violento al notar las miradas de todos puestas sobre mí.- Lo que no entiendo es por qué todos ustedes tampoco parecen sorprendidos por ello.- Les digo volviéndome hacia Hebilenn y compañía.

La elfa en cuestión hace un gesto con la mano de llevárselo al oído, como si tuviera puesto un transmisor. Parece algo incómoda al ver a Kenlish derrumbada emocionalmente, y evita mirarme a los ojos por igual.

-No sorprende porque viene a confirmar lo que descubrió Kenlish en el despacho del director mientras tu lidiabas con lo de Dragamsel.- Empezó a decir, al tiempo que pincha unas papas locas de la fuente que nos han servido a todos.- En esencia, parece que Rasmus y el director forman parte de algún tipo de secta partidaria de la pureza de sangre de los elfos, y como a ti te consideran un semielfo, no quieren que te asocies con un “diamante en bruto” como es Kenlish. A Dragamsel y los suyos los habrán reclutado para que se unan a dicha secta y así poder usarlos para ir limpiando de mestizos ésta escuela, como casi logran contigo.

-Además, han hecho desaparecer los historiales de tu ataque y el mío.- Interviene mi amiga, separándose al fin de mí, con los ojos algo rojos por las lágrimas vertidas.- Pude leer una carpeta en la que estaban contenidos todos los informes, junto a una nota que daba la orden de destruirlos. Además de que escuché al propio director darle esa orden a Rasmus.

-Aunque no fuimos los únicos en oírlos…- Añade Gilnevit, antes de darle un bocado a un sandwich vegetal que le han traído.- Había algo de interferencia en la señal de radio, y Kenlish afirma haber encontrado un micrófono oculto pegado a la mesa del director.

Giro el cuello tan rapido hacia ella que por un momento temo haberme hecho daño de nuevo. Cambio la mirada entre todos los presentes, con la boca entreabierta por la sorpresa.

-¿Alguien más estaba escuchando la conversación?- Nuestra técnica en comunicaciones asiente con la cabeza.- ¡Pero eso nos pone en peligro! No sólo a la operación sino… Joder, ¿y si se trata de una medida de vigilancia de la secta esa anti mestizos?

-Aunque fueran ellos, no podemos hacer nada en estos momentos.- Interviene Kenlish, con voz firme.- No sabemos quien más ha podido escuchar que estábamos allí, pero a menos que nosotros hagamos el primer movimiento, no corremos peligro de que vayan a por nosotros. La única pista que podrían usar para saber que hemos estado allí es el hecho de que leí en voz alta el informe y que mencioné que se refería a “nosotros”. Por suerte no dije ningún nombre de los aquí presentes en voz alta, así que por ese aspecto, es casi imposible que nos descubran. Lo ideal en estos momentos es mantener un perfil bajo durante un tiempo, hasta que ésta gente se olvide de nosotros.

-Y hablando de perfil bajo, ¿qué se supone que vamos a hacer ahora?- Añade Hebilenn señalando a Kenlish con un tenedor.- Hoy, pese a todos los contratiempos sufridos, hemos completado la primera fase de tu operación. ¿Qué es lo próximo?

Mi amiga rellena su vaso de cola y da un sorbo, antes de volverse hacia la rubia con mirada serena.

-Tendremos que dejar pasar un tiempo, no sólo para que los espías del director se olviden de nosotros, sino también para que los materiales que hemos pedido hoy empiecen a llegar. Entre tanto, tenemos que ir preparando el local del club para montar el laboratorio, y hacer algunas planificaciones logísticas para sustraer los materiales del almacén según vayan llegando.

-Supongo que nos iría bien tener gente dentro del almacén central para vigilar cuando llegan nuestros pedidos…- Aventura Versmegzul, señalándome a mí con una mano.- Wïlden y yo podríamos meternos como mozos de almacén para tener cubierta esa labor. Así también podríamos ver una forma de sacar los materiales de allí sin llamar la atención.
-Bien pensado.- Certifica Kenlish, asintiendo con la cabeza.- Bien, Wilden y tú buscarán trabajo en el almacén. Entre tanto, Gilnevit, Hebilenn, Dylphiel y yo nos encargaremos de poner a punto el laboratorio del club para poder fabricar y almacenar el compuesto. Tendremos que buscar una forma de evacuar los vapores que van a producirse durante la cocción, y eso quizás pueda suponer un problema si no lo planeamos bien… Aunque antes de eso, habrá que ver cómo transportamos los materiales hasta ahí y luego hasta el instituto…

Todos nos quedamos en silencio, mientras vamos dando bocados a la comida y pensamos en alguna respuesta para el problema.

-Si no estuvieran esas ratas, podríamos hacernos con una vagoneta y trasladar la mercancía bajo tierra usando los túneles…- Comenta Dylphiel al cabo de un rato.- Aunque igual aún podría hacerse. Ese arco tuyo, Kenlish, es una pasada. Si vas escoltando la vagoneta, trasladar los materiales de ese modo lo haríamos sin problemas.

Kenlish niega con la cabeza al tiempo que devora un buen puñado de papas locas. Realmente ha sido dar el primer bocado y tanto ella como yo no hemos podido parar, tal es el hambre que tenemos después de nuestra experiencia en los túneles.

-No funcionará.- Se da unos pocos golpes en el pecho para ayudarse a tragar y se queda observando al gemelo.- Ese arco, aunque es una pasada como herramienta, consume muchísima energía del usuario. Yo vengo usándolo desde el primer día que acudí a la casa club y he aprendido a manejarlo bastante bien, pero lo de hoy es lo más que he logrado aprovecharlo en todo este tiempo. Quince flechas y ya viste cómo acabé.

Todos nos quedamos observándola, esperando que nos de, al fin, una explicación sobre lo que es ese arco de luz que la vimos usar en el túnel. Mi amiga da un par de bocados más y toma aliento para hablar de nuevo.

-El arco, como han visto, me permite disparar flechas de luz sin necesidad de cuerda o de proyectiles materiales que tenga que cargar conmigo. A cambio, cada flecha parece llevarse una cantidad determinada de mi energía con cada disparo efectuado. Ello me hace pensar que se trata de un tipo de invento “mágico” o “elemental” basado en la energía de los usuarios de Luz, y esto porque aún no he podido probarlo con un usuario de Viento, como es lógico.- Da un trago de su bebida y prosigue.- Ignoro qué método usa para extraer energía del usuario y condensarla en forma de proyectiles, pero hasta donde puedo aventurar, éste arco sólo funcionará con aquella persona que posea energía de Luz. Si nos ceñimos a la estadística de porcentaje de usuarios en función de la población total de la República, sólo un 30% de la población es capaz de usar la luz, un 60% el viento y el 10% restante el agua. Eso significa que, de este grupo de seis que somos ahora, a lo sumo sólo una persona más de los aquí presentes podría utilizar este arco, pero aún siendo así, si no saben disparar con uno normal vendrá a ser lo mismo que si estuviera yo sola. Y ya han visto que, con quince flechas, no vamos a poder llegar a ninguna parte, ahí abajo había cientos de ratas.

Asiento con la cabeza, al igual que Vers. Ciertamente, el número de ratas que habitan los túneles representaría un problema para abatirlos a base de flechas como propone Dylphiel. Pero me viene a la cabeza la sensación que tuve al patear a la que me había herido, como si estuviera dándole a una pelota muy muy ligera.

-¿Qué me dirían si les comento que creo que yo he empezado a desarrollar poderes de viento...?- Aventuro en voz baja, hablando más para mí mismo que para el resto. Kenlish se me queda mirando unos instantes, pero enseguida sonríe y me acaricia la mano.

-Que no me sorprende que lo pienses. Después de ver lo que has hecho en el túnel, no le encuentro otra explicación. Igual deberíamos informarnos un poco sobre las cualidades que se asocian a cada elemento, para saber qué podemos esperar de cada uno, o cómo usarlos.

-Yo ya he visto lo que puede hacer un usuario de viento.- Giro la cabeza en la dirección en la que debe quedar la mesa del profesor Elbuirp.- Le vi mandar por los aires la puerta del baño cuando te atacaron, Kenlish. Sólo me gustaría poder averiguar si puedo aprender a controlar mejor este poder sin que me descubran los demás profesores…

-¿Para ir abriendo tu el camino por los túneles?- Pregunta Hebilenn, dubitativa.

-No sólo por eso.- Me muerdo el labio inferior sin darme cuenta, como cada vez que me estoy enfadando, mostrándoles mis colmillos a todos los presentes.- Sino porque hay alguien que tiene una deuda pendiente conmigo… Y que quiero cobrarme.

domingo, 22 de noviembre de 2015

Relatos de Isnir. Capítulo 13

La subestación eléctrica del distrito de clubes se encuentra a poco más de un kilómetro de distancia del club de Geología. A diferencia de otras instalaciones como la torre de comunicaciones, el almacén de mercancías del aeródromo o la propia estación eléctrica  central al sur del Distrito 16, esta subestación apenas cuenta con medidas de seguridad que alejen a los estudiantes, y se encuentra lo bastante resguardada como para poder acceder a ella a plena luz sin que nos vean.

Mientras Dylphiel vigila desde la esquina por si se acerca alguien, Versmegzul y yo saltamos la valla que separa la subestación del callejón en el que se encuentra, en medio de dos edificios en desuso. No me cuesta mucho abrir la cerradura de la entrada, y al poco tiempo nos encontramos en el interior de la instalación, buscando como locos los paneles de control del antiguo sistema de túneles.

-Kenlish, vas a tener que darte prisa en localizar esas fuentes de alimentación.- Me suelta Hebilenn desde el desván del club a través de mi comunicador.- Acabamos de perder contacto con Wilden, por si no estabas escuchando.

-Sí, ya me he dado cuenta.- Respondo al tiempo que examino una sección de paneles de aspecto más antiguos que el resto.- Por curiosidad, una vez consiga encender las luces de emergencia de los túneles, ¿donde se supone que va a acabar saliendo Wïlden a superficie?

El silencio de radio me responde por sí sólo. Dejo escapar un suspiro, procurando que no se me noten los nervios. No tienen ni idea de dónde van a sacar a mi mejor amigo con ésta ruta de escape que le han hecho tomar. Y el hecho de que las comunicaciones se han cortado antes de que pudieran indicarle algo al respecto, no hace más que empeorar la situación.

-De acuerdo… Bien, Wïlden no sabe nada de ésto y ahora mismo va a ciegas por unos túneles de los cuales no tenemos ni idea de cómo estarán después de tantos años clausurados. ¿Tenemos idea al menos de alguna posible entrada por la que ir a buscarle nosotros?

-Hay una boca de acceso cerca de nuestra casa-club.- Responde Gilnevit, con un cierto temblor en la voz.- No sé si da directamente al túnel principal que está siguiendo Wïlden, pero con los planos antiguos que tenemos debería dejarnos cerca de él por lo menos.

-Asegura ese acceso. Preparad comunicadores extra y algunas linternas para bajar ahí.-Encuentro lo que parece ser los puertos de alimentación de la red subterránea, todos ellos desconectados, y me pongo a la tarea de localizar las luces de emergencia.- ¡Ah! Y si tenemos algo que se pueda usar como cuerda para marcar el camino, mejor. También voy a necesitar que me localices una caja alargada de madera que hay encima del arcón de la planta baja, donde guardamos los planos la otra vez.

-Lo de la cuerda vale, lo entiendo. ¿Pero que hay en esa caja para que la necesites para bajar?-Pregunta Hebilenn en un tono que me saca de quicio, como casi todo en ella.

-Tu hazlo. Es sólo por un presentimiento que tengo.- Le contesto antes de localizar, al fin, el interruptor de las luces del subsuelo.- Y date prisa, ya hemos terminado por aquí.


Tras salir del hueco del elevador, había localizado rápidamente la alambrada que me había indicado Gilnevit por radio. Si bien los letreros que colgaban de la misma me habían generado desconfianza nada más leerlos, especialmente uno que señalaba “continúe bajo su propio riesgo”, me acabé deslizando hacia la oscuridad tras ensanchar ligeramente un hueco que se había abierto en la parte inferior de la verja. Y en estos momentos, me encuentro caminando a oscuras por el túnel subterráneo, tratando de seguir las vías de metal que tengo a mis pies.

-Ésto sería más fácil si me hubiera traído una linterna, o al menos un bastón para tener localizadas las vías.- Me digo a mí mismo, avanzando con los ojos bien abiertos en un ingenuo intento de ver algo en ésta oscuridad sin fin.

Privado del sentido de la vista, mis otros sentidos parecen estarse acentuando rápidamente para compensar dicha carencia. Poco a poco voy notando cada vez con más claridad el sonido de mis pies al caminar sobre los raíles de metal, y de algún modo esas ondas sonoras, al rebotar contra las paredes del túnel, me van trazando una pequeña imagen en las retinas de como es el escenario que se abre a mi alrededor. Casi podría jurar que estoy “viendo” en ésta negrura, a pesar de que es algo imposible para cualquier elfo. El aroma a humedad, a hierro oxidado, a madera, a piedra pulida inundan mi nariz y me hacen evocan una imagen de dónde estoy. Por momentos, mientras palpo la pared según avanzo, puedo notar hilillos de agua cayendo por la roca.

Un movimiento y un sobresalto en mi sexto sentido me hacen volverme hacia un lateral, con los pelos de todo el cuerpo erizados sin explicación. Por un instante, esa sensación de visión me ha hecho creer que algo de considerable tamaño se movía a toda prisa a unos metros de mí, cruzando de izquierda a derecha como una exhalación. Pero al tratar de ubicar su presencia con mi habilidad de sentir emociones, me encuentro con un vacío total. Permanezco en pie e inmovil durante un buen rato, mientras trato de hacer que mi corazón recupere el ritmo normal.

-Cálmate Wïlden…-Me digo a mi mismo en voz baja, para tranquilizarme.- Te lo estás imaginando. No puede haber nada peligroso en estos túneles… Estamos en un distrito escolar vigilado desde siempre por el ejército, es imposible que haya nada que represente una amenaza para los alumnos… Eso es, te lo has imaginado…

Un repentino fogonazo de luz me deslumbra cuando las luces de emergencia se encienden en lo alto del tunel. La luz anaranjada que desprenden no es muy potente, pero mis ojos, acostumbrados ya a la ausencia total de luz, han reaccionado con más sensibilidad de la que me esperaba. Cierro los ojos unos segundos, para acostumbrarlos de nuevo a la luz, que a duras penas alcanza para que vislumbre los borrosos contornos a mi alrededor. Los railes continúan de frente, trazando una ligera curva hacia la derecha unos cientos de metros más adelante. A pocos pasos de mí, se encuentra un túnel transversal que lo cruza de derecha a izquierda, con algunos escombros bloqueandolos parcialmente.

Me rio al ver los escombros que se amontonan a poco más de cinco metros de distancia. Sin duda he debido de confundirlos con un animal cuando he llegado ante ellos, puesto que tienen un tamaño considerable y algunas piedras se desprenden del mismo mientras yo me rio. Sin embargo, mi risa de queda congelada cuando me percato que algo brilla al reflejar la tenue luz de emergencias y que parece moverse y multiplicarse a mi alrededor.

Oigo ahora con total claridad el sonido de decenas de patas de animal moviéndose desde ambos túneles alrededor mío, bloqueandome la retaguardia. Unos escalofriantes chasquidos provocan que todo mi cuerpo entre en tensión al reconocer el sonido de una auténtica colonia de ratas a tan escasa distancia. El pánico empieza a adueñarse de mí cuando vislumbro el tamaño promedio de éstos roedores, alguno de los cuales aparentan ser tan grandes como mi pierna hasta la rodilla, sin contar la cola. Y lo que es peor: tenue al principio, pero cada vez con más fuerza, percibo una inconfundible sed de sangre que se va apoderando de los animales.

Siento como la herida de mi mano gotea sangre sobre el túnel. Ahora entiendo la advertencia a la entrada, y el hecho de estar herido no hace más que jugar en mi contra. No solo las ratas que tengo ante mí pueden intentar darse un festín conmigo, sino que si existen más en estos túneles, y no tengo dudas de que existan más, se verán atraídas por el olor de la sangre hacia mí.

-De perdidos, al río…-Me digo a mi mismo al tiempo que aprieto bien fuerte el pañuelo en torno a la herida, tratando de contener el sangrado, al tiempo que voy cogiendo aire con fuerza.- No he llegado hasta aquí para ser comida de alimañas. Si me queréis, vais a tener que cogerme.

Y aprieto a correr de frente antes de que las ratas se abalancen sobre mí, al tiempo que suelto un grito de guerra cuando las primeras tratan de ir a por mis piernas…


Versmegzul levanta la tapa de la alcantarilla con la ayuda de una palanca que hemos encontrado en el sótano de la casa, y yo ilumino  el hueco con la ayuda de una pequeña linterna de mano. La alcantarilla desciende varios metros hasta un pequeño habitáculo circular, en uno de cuyos lados hay una especie de compuerta hermética con manivela.

-Extraña puerta para bloquear unos túneles, ¿no crees?- Comenta Hebilenn asomándose a mi lado.- Parece casi como las de una cámara acorazada.

Yo me limito a dar un gruñido de asentimiento y arrojo la cuerda que hemos conseguido de entre los trastos viejos por el hueco de la escalera. Sujeto con fuerza el arco negro que había encontrado el primer día que visitamos la casa y desciendo las escaleras de mano, seguida de la rubia canija, su hermano, y Versmegzul. Gilnevit ha decidido quedarse en la casa-club, desde donde espera poder seguir orientandonos y restablecer la conexión con Wïlden llegado el caso.

-Bien, sólo hemos podido traer tres linternas.- Comento en cuanto Vers llega al fondo del habitáculo. Comienzo a repartirles las herramientas que hemos podido reunir.- Dado que yo voy a estar cargando con este arco, lo mejor será que las lleven ustedes. También recuerden tener encendido el comunicador en todo momento, por si nos llegamos a separar en algún momento. La cuerda de que disponemos no nos va a permitir avanzar más de cincuenta metros, a lo sumo, así que a partir de esa distancia yo iré dejando flechas como baliza de localización. ¿Alguna pregunta hasta aquí?

Dylphiel y Vers levantan la mano casi a la vez. Señalo al primero, que en seguida señala, a su vez, al arco negro que sujeto en mi mano izquierda.

-Dices que es un arco, y vale, reconozco que tiene forma de uno. ¿Pero no se supone que te hace falta cuerda para que funcione? ¿Y dónde están las flechas? Porque tampoco veo que te hayas traído carcaj contigo…- Vers asiente con la cabeza, a la vez que Hebilenn, que parece infundirle mucha más energía a dicho gesto.- Creo que ahora mismo estás cargando una cosa innecesaria contigo.

Sonrío al ver que ninguno de mis acompañantes conoce aún las extrañas características del arma que sostengo, y con la que he estado practicando en secreto las últimas semanas tras el incidente de Wïlden. En parte lo agradezco, porque sería realmente molesto tener que compartirlo con Hebilenn, pero ni yo misma estoy segura de cómo funciona el artefacto exactamente, por lo que, cuanto menos gente se exponga a un fallo del mismo, mejor.

-Este arco, no necesita ni cuerda, ni flechas. No sé cómo funciona exactamente, pero… Bueno, van a verlo dentro de un rato, y en todo caso será más rápido que si yo intento explicarlo aquí ahora mismo.- Me lo echo al hombro y me pongo en frente de la compuerta que da acceso a los túneles.- ¿Vers? ¿Qué querías preguntarme?

-Lo mismo que Dylphiel, pero como parece que no quieres responderla con palabras… Lo mismo da.- El grandullón pasa a mi lado y empieza a girar la manivela de la compuerta.- Pero no estaría mal que cambiaras un poco tu actitud con nosotros, Kenlish.

-Lo siento. Nunca se me ha dado bien el trato con la gente…-Me disculpo con sinceridad. A fin de cuentas, hasta que conocí a Wïlden, siempre había estado sola y no había podido poner a prueba mis habilidades sociales.- Pero prometo esforzarme…

-No seas boba.- Me suelta Hebilenn, dándome un pequeño coscorrón al pasar a mi lado tras abrirse la puerta.- Se supone que somos amigos. Si te estás esforzando es como reconocer que no nos consideras como tales. Sé tu misma… Aunque espero que no seas más prepotente que ahora, por favor.

Le hago una mueca a sus espaldas sin que me vea, aunque la risita que dejan escapar Vers y Dylphiel la hacen volverse a mirar. Recupero la compostura antes de eso y avanzo hacia los túneles, precedida por mis tres acompañantes iluminando el camino.

El túnel avanza un pequeño trecho, apenas unos diez metros, hasta desembocar en uno muchísimo más grande y amplio que discurre de este a oeste, iluminado tenuemente por las luces anaranjadas de emergencia que hemos encendido antes. No parece haber rastro de Wïlden en las proximidades.

-Bueno, tengamos en cuenta que si el túnel éste discurre en línea recta, son casi cinco kilómetros desde el instituto hasta aquí…-Comenta Versmegzul, como si me estuviera leyendo la mente.

-Vayamos hacia el oeste, a ver si acabamos dando con él.- Añade Hebilenn en tono preocupado, a la par que ilumina en dicha dirección con su linterna.

-¡Espera!- La detengo sujetándola por el brazo.- ¿No oyes algo raro?

Los cuatro permanecemos en silencio unos instantes, en los cuales escuchamos un extraño sonido acercándose rápidamente desde el oeste. Un sonido que logra que un sudor frío recorra mi espalda, como hacía mucho que no me sucedía.

-Ratas…

...

Mis piernas parecen volar a través de la semioscuridad que gobierna este infierno subterráneo. Tengo la impresión de que corro más incluso que antes de la lesión, pero pese al esfuerzo que pongo en poner tierra de por medio con la colonia de ratas gigantes del subsuelo, éstas parecen brotar de entre las piedras a mi paso.

Algunas saltan sobre mi desde los huecos que quedan en las paredes por los derrumbes continuos a lo largo de los años, pero gracias a mi sexto sentido y a unos reflejos que ni yo mismo termino de creerme,  consigo apartarlas a puñetazos antes de que caigan sobre mí. Pero cada asalto que evito solo contribuye a frenarme, un sólo segundo por vez, que aún así no hace sino acortar la distancia con los roedores que van tras de mí.

Debo haber recorrido más de tres kilómetros desde que se encendieran las luces y me descubriera en medio de ésta pesadilla. Y ahora estoy cayendo en la cuenta de que no sé por dónde debo intentar salir a la superficie. Empiezo a temer que Gilnevit me haya enviado a una trampa mortal sin pretenderlo, aún peor que cualquier escenario que pudiera haberme deparado el destino de haber sido descubierto en el instituto.

-Mierda, mierda y remierda. ¿Cuando demonios voy a tener suerte en ésta vida?- Pienso mientras esquivo a un par de ratas que tratan de interceptarme saltando directas a por mi cuello.

De repente vislumbro unas luces a lo lejos. Sin embargo, se acercan demasiado deprisa hacia mí como para tratarse de personas con linternas, y cual es mi asombro las mismas impactan convertidas en pequeñas saetas de luz contra algunas de las ratas que me bloquean el paso. Anonadado, continuo mi carrera mientras más y más flechas de luz siguen llegando desde algún lugar mucho más adelante, donde, ahora sí, me parece vislumbrar con mayor claridad los haces de luz de unas linternas de mano.

-¡Corre, Wïlden, corre!- Oigo que me llama Hebilenn a voz en grito desde el otro lado del túnel.

Las flechas de luz siguen pasando a mi lado, y con cada disparo noto como se va desvaneciendo el instinto de un animal, ya sea a mis espaldas o enfrente. Casi puedo reconocer la figura de Kenlish, arrodillada sobre una sola pierna, enarbolando un gran arco negro en el que parecen materializarse los proyectiles que no dejan de volar en mi ayuda. Tras ella,Versmegzul, Dylphiel y Hebilenn apuntando en mi dirección con sus linternas de luz blanca, sus rostros tornándose poco a poco en una mueca de horror conforme nos acercamos yo y mis perseguidores.

Me doy cuenta de que, si no empiezan a moverse ya en dirección a la salida, las ratas nos acabarán atrapando a todos, y comienzo a hacerles gestos con las manos, exhortándoles a echar a correr. Vers parece titubear un poco, pero Dylphiel capta enseguida mis intenciones y agarra a su hermana para salir corriendo hacia una salida lateral del túnel. Sólo Kenlish parece ignorar completamente mi aviso, y continúa disparando sus proyectiles con el rostro bañado por el sudor.

-¡Corred imbéciles!- Les grito a pleno pulmón.- ¡Kenlish! ¡Mueve el culo, CORRE!

Mi amiga hace ademán de ir a incorporarse, pero algo falla y da un traspies, cayendo de rodillas al suelo. Versmegzul,que había empezado a alejarse al ver que Kenlish se incorporaba, trata de volver sobre sus pasos para ayudarla, pero mis gritos de advertencia le hacen cambiar de opinión.

-¡Yo me encargo de ella, Vers! ¡Tu ve a la salida y prepárate para contenerlas allí!- Le grito con un extraño ardor subiendo por mi pecho, al tiempo que me lleno de energía por momentos.

Mis pies avanzan muchísimo más rápido de lo normal, y en apenas unos segundos cruzo la distancia que me separa de Kenlish, anticipandome por mucho a mis perseguidores. Cargo a mi amiga con ambos brazos, sintiéndola muy ligera pese a la carrera que llevo a cuestas desde hace ya varios minutos, y me lanzo en pos de Vers hacia la salida.

Sin embargo, cuando ya estoy llegando a la meta y vislumbro la compuerta que da acceso a las escaleras, noto un ardor penetrante en mi pierna izquierda. Una rata que me llega hasta la cintura, acaba de clavar sus zarpas en mi muslo, y empieza a acercar sus mandíbulas hacia los tendones de mi rodilla, amenazando con diseccionarlos.

Lo que sucede a continuación se produce en apenas unas fracciones de segundo. En un acto reflejo, doy un fuerte pisotón contra el suelo, provocando que la rata se suelte de mi pierna y luego, tras un grito de rabia por mi parte, giro sobre esa misma pierna y sacudo una brutal patada con la otra contra la cabeza del animal. El resultado es que, contra pronóstico, la misma vuela más de una docena de metros hasta estrellarse con fuerza contra la esquina que traza el túnel de salida con el principal, arrancando un pedazo de cornisa con el impacto.

Sorprendido, me quedo observando lo que he hecho con ojos como platos, hasta que Kenlish me jala del cuello de la camisa, obligándome a mirarla. Su cara está pálida como la nieve, pero sus ojos no dejan lugar a dudas: hay que salir de esta trampa en el acto.

Reemprendo la marcha, y apenas unos metros después, cruzo al fin la compuerta de salida, que Versmegzul y Dylphiel se apresuran a clausurar con todas sus fuerzas en cuanto lo hemos hecho. Yo, por mi parte, deposito a Kenlish en el suelo y me dejo caer junto a ella, resoplando los dos por el cansancio y los nervios, mientras Hebilenn se sienta delante de nosotros, examinandonos con gesto preocupado.

-Desde luego… Hoy está siendo un día movidito. Sé que nos habían dicho que ésto podía ser peligroso, pero no me imaginaba que iba a serlo hasta éste punto.- Comenta la elfa al tiempo que examina la herida de mi pierna.- No parece ser nada serio, pero habrá que desinfectarla en la casa club para evitar que haya complicaciones.

-No te preocupes ahora por eso...-Le respondo con un hilillo de voz. Ha sido dejarme caer al suelo y toda la energía que me había estado acompañando desde el principio de la carrera se ha esfumado repentinamente, dejándome en su lugar un cansancio abismal.- Joder... ¿Qué cojones hacen unas ratas de ese tamaño en los túneles de un distrito escolar?

-Al menos explica por qué los tienen cerrados.-Responde Kenlish dejando caer su cabeza contra mi hombro. Su rostro está bañado en sudor y respira con fuerza, aparentemente agotada, pero su expresión es de inmensa satisfacción.- Y menudas piernas te gastas, Wilden. Esa patada que le has sacudido a la rata conmigo en brazos ha sido digna de un jugador de fútbol...

-Gracias.- Le respondo antes de que Hebilenn me apriete una venda hecha con su propio pañuelo contra la herida de la pierna, arrancándome un quejido de dolor.- Aunque si no es por ti y ese arco tuyo, no lo cuento. ¿De dónde ha salido? Nunca había oído hablar de flechas así...

Mi amiga levanta su brazo izquierdo, que aún sostiene con firmeza el extraordinario arco negro que ha usado en el túnel, atrayendo hacia él las miradas de todos los presentes. Lo acaricia con mimo con su otra mano, y puedo sentir una sensación dulce emanando de Kenlish mientras lo hace, como si le hubiera cogido un profundo cariño al instrumento.

-No sé quién es su creador, ni cómo funciona. Pero tengo mis sospechas sobre lo que es.- Un extraño gruñido brota de su estómago, provocando que se ruborice al tiempo que Hebilenn se echa a reír.

-Vale, vale. Hay muchas cosas que contar hoy, por lo que veo. Pero el estómago de la cerebrito se ha ganado un reconocimiento, porque al menos yo también me estoy muriendo de hambre.-Suelta la chica, antes de mirar hacia arriba, a la salida del habitáculo.- Es viernes y hoy las residencias nos dejan quedarnos fuera hasta las 12. ¿Qué tal si vamos a dar con Nevit al club y nos vamos todos a comer algo y a ponernos al corriente de lo que ha pasado hoy?

Un grito de aprobación se eleva desde las gargantas de todos, a los que siguen mis risas y las de los demás chicos. Sin duda, hoy es un día idóneo para celebrar. Nos lo hemos ganado.