“Un poco
de tarta”
El tiempo se detiene. La sensación
cada vez más familiar de lucidez suprema toma control de mi ser y, durante esos
fugaces instantes, soy capaz de sentir todo a mi alrededor: soy consciente de
la apatía de quienes me rodean, de la expectación de quienes observan a lo
lejos y el orgullo de quienes están tras de mí. Mis miedos, se esfuman; mis
pensamientos se congelan en mi mente. Todo lo que soy ahora, existe sólo para
este momento.
Suena el silbato y mi corazón comienza
a latir desbocado al tiempo que arranco a correr, junto con mis compañeros de
equipo. Vuelo sobre la tierra humedecida del óvalo, colocándome rápidamente a
la cabeza del grupo, que a duras penas es capaz de seguir mi ritmo
desenfrenado. Pero apenas los percibo ahora: sólo soy consciente de mi
respiración y del efecto túnel que ha ocupado mi campo de visión.
La vuelta a la pista me lleva casi un
minuto, y cuando me detengo a recuperar el aliento, mi cronometro se acerca a
felicitarme por la marca. No suele ser muy habitual que alguno de ellos lo
haga, pero supongo que la ocasión lo merece, pues hasta hoy nadie del equipo
había conseguido una marca similar por debajo del minuto. Incluso el
entrenador, que generalmente nos trata a todos con actitud ecuánime, me da un
apretón de manos cuando ha llegado el último de los velocistas.
Me voy a los vestuarios con el ánimo
considerablemente incrementado respecto a las clases de la mañana. Consulto la
hora antes de entrar a las duchas, para saber de cuánto tiempo dispongo antes
de acudir a mi cita con Kenlish, con quién he quedado más tarde por no poder
saltarme mi obligatoria sesión de entrenamiento de “supervivencia”. Sonrío al
ver que aún dispongo de una hora antes de la acordada.
-¡Estupendo!
Me da tiempo de volver a las residencias y cambiarme el uniforme inclusive.-
Pienso mientras agarro una toalla de mi taquilla y empiezo a desvestirme.- Si consigo que no me pase nada más en lo que
queda de día, podré marcarlo en el calendario como el tercero más feliz de mi
vida.
...
Logro llegar al Swarthen, un lounge-bar situado en un extremo de la zona de ocio de
la isla, con diez minutos de antelación. He de reconocer que, sin el mapa que
me dibujó Kenlish esta mañana, no habría dado con él ni por casualidad, pues se
encuentra en la zona de confluencia con las cocheras del tranvía que recorre
esa parte de la isla, en el extremo opuesto de donde suelo moverme yo
habitualmente en mis días de ocio.
Percibo un movimiento en las ventanas
de la segunda planta y alzo la mirada instintivamente. Chasqueo los dedos con
una punzada de frustración, al ver a Kenlish haciéndome señas desde el interior
de local.
-Y
yo que pensaba que llegaba pronto…- Pienso a la vez que empujo la puerta de
cristal, haciendo sonar una campanilla tras la barra que hay ante mí.
La ambientación del bar realmente
consigue su propósito de relajarme, y entiendo enseguida por qué mi amiga
sugirió este sitio para animarme. Me dirijo a las escaleras del segundo piso y
localizo en pocos instantes la mesa en la que me está esperando Kenlish, que
sostiene una carta delante de ella.
-¿Qué tal el entrenamiento?- Me
pregunta con una sonrisa cordial cuando me siento ante ella.
-Muy satisfactorio. He batido una
marca personal en los cuatrocientos metros lisos, así que ya te puedes
imaginar…- Le respondo sonriente mientras dejo mi chaqueta a un lado del cómodo
sofá que me sirve de asiento.- ¿Qué tal tu tarde?
-Productiva, podríamos decir. He
estado ultimando los detalles de lo que te comenté está mañana en el descanso,
y aún así me quedan aspectos por limar…- Se aparta un mechón de la cara
mientras observa la carta que tiene ante ella. Tiene la mayor parte del pelo
recogido, excepto el fleco, y luce una camisa de botones a cuadros bastante
ajustada a su silueta, junto con unos vaqueros y botines de tacón grueso. Una
imagen completamente distinta del uniforme escolar que lleva al instituto por
las mañanas.
-Sí que debes de haberle estado dando
vueltas entonces… ¿Te has pasado dos horas y media pensando en el plan y aún
así te quedan cosas pendientes?- Respondo mientras recojo otro menú que hay
sobre la mesa.
-Más de dos horas y media. Llevo
desde las segundas teóricas de la mañana analizando las distintas fases del
plan, las variables de cada una, los posibles errores que podamos llevar a cabo
en la ejecución etcétera. – Me deslumbra con su sonrisa cuando ve mi cara de
perplejidad.- ¿Te ha dado curiosidad?
-Me tienes en ascuas.
-Perfecto.- Aún sonriente, llama con
una mano al camarero de la planta, que está limpiando unos vasos en la barra de
cocktails del fondo. Cuando lo tengo un poco más cerca me percato de que tendrá
apenas un par de años más que yo.- Tomaremos una ración de Tarta Sacher con
helado de vainilla. La mía que lleve sirope de chocolate y galleta, por favor.-
Me lanza una fugaz mirada.- ¿Te apetece algo más?
-Algo salado, para contrastar… Si,
una cestita de papas de rejilla con salsa de alioli.
-Y de beber estaba pensando en pedir
una jarra de té negro y frutas del bosque para dos personas. ¿Lo has probado
alguna vez, Wïlden?
-No, pero me encantaría.
-Pues eso sería todo.- Kenlish le
entrega los menús al camarero cuando éste termina de anotar el pedido,
dedicándole una agradable sonrisa. No puedo evitar fijarme en los ojos del
chico, que durante más de un par de segundos, han estado fijos en el botón que
se ha abierto en la camisa de Kenlish, a la altura del pecho. Le sigo con la
vista mientras se aleja, convencidísimo de que la sensación de malicia que noto
en el aire emana de él, como una flatulencia particularmente penetrante.
-¿Estás bien?- Kenlish se inclina un
momento sobre la mesa, mirándome con preocupación.- Parece que te hubiera hecho
algo…
-No, no. A mí no me ha hecho nada.-
Intento fijar mi atención en sus ojos, haciendo un soberano esfuerzo para no
hacer lo mismo que el camarero unos instantes antes.- Es sólo qué… Bueno, desde
ayer estoy teniendo la sensación de que puedo… Interpretar emociones, no sé si
me entiendes.
Kenlish enarca una ceja y adopta una
postura erguida, con las manos cruzadas delante de ella sobre la mesa. En
seguida percibo una repentina e intensa curiosidad brotando de ella, y noto
como me escrudiña con sus penetrantes ojos.
-Cuéntame más… ¿Qué es eso de que
puedes interpretar emociones?- Empieza a tamborilear con los dedos sobre la
mesa.- ¿Hablas de empatía? Es decir que crees saber lo que están pensando quienes están a tu
alrededor.
-No… Si fueran sólo suposiciones, no
sentiría las cosas en la misma intensidad… Es una sensación distinta al simple
vínculo empático.- Me cuesta encontrar la forma de expresarme sin que se
confundan mis palabras.- Hasta ahora, cuando interaccionaba con cualquier
persona solo hacía eso que tú mencionas: imaginaba lo que la otra persona
sentía y trataba de ajustar mi comportamiento en consecuencia… Pero desde ayer
es algo distinto. Antes necesitaba ver o hablar con la persona en concreto,
ahora simplemente con estar en la misma habitación “sé” qué es lo que está
sintiendo… Al menos, cuando se trata de emociones intensas.
-¿Qué tipo de emociones interpretas,
entonces?
Cruzo los brazos y cierro los ojos
mientras recapitulo todas las emociones que he ido recolectando desde el día
anterior. Kenlish parece ir tomando nota de todas ellas según se las voy
soltando, una tras otra, y cuando termino con la lista adopta una postura reflexiva. Por un momento, me
recuerda a mi mismo cuando me encuentro ante una pregunta particularmente
difícil de un examen.
- No le encuentro una explicación
lógica a lo que me cuentas, pero suponiendo que sea cierto sería una habilidad
muy valiosa para nuestros propósitos… Tendré que hacerte una prueba para
cerciorarme de que no te estás inventando nada, pero por ahora voy a dar por
buena tu habilidad de empatía.
-Y a todo esto… ¿En qué consiste tu
idea exactamente?
Un brutal escalofrío me va recorriendo
la espalda conforme Kenlish me va exponiendo, una por una, las distintas fases
del plan que ha fraguado en su cabeza durante todo el día. Su exposición de
prolonga a lo largo de varios minutos, interrumpiéndose únicamente cuando la
comanda va llegando a la mesa, plato por plato. Sin embargo, es al terminar de
explicar la última fase del plan cuando me doy cuenta de que estoy temblando de
pies a cabeza, con una mezcla de emoción y miedo bullendo dentro de mí.
-Kenlish, no voy a intentar echarte
por tierra la idea pero… ¡Joder, es demencial! ¡En todos los sentidos!
-¿Qué tal si me explicas primero el
positivo?- Me replica mi amiga mientras saborea una mezcla de su tarta Sacher con el helado. El gusto dulce del chocolate y el helado le provocan una expresión
de felicidad supremas que no recuerdo haber visto hasta la fecha.
-Bueno, para empezar, si conseguimos
realizar todas las fases que has planificado será una venganza tan… ¿Original?
¿Satisfactoria? Es igual. El caso es que dudo que en toda la historia de
Zeravla alguien haya hecho lo mismo en alguna otra ocasión. De salir todo bien,
nos habremos vengado y encima habremos demostrado al mundo todo el potencial
que tenemos. Justo como te había pedido esta mañana.
-Si no se ajustase a tus exigencias,
no te lo habría comentado.- Tengo que apartar la mirada cuando la veo lamer el
chocolate de la cuchara, y aprovecho para servir el té de frutas en las dos
tazas que hay sobre la mesa.- Pero le has encontrado unas cuantas pegas, por lo
que has comentado antes… ¡Qué tienes que objetar?
-Que es tremendamente complicado que
un par de alumnos como nosotros sean capaces de conseguirlo.- Agarro una papa
de la cestita y la mojo en la salsa antes de comérmela.- Para empezar, la
primera fase que has mencionado entraña que necesitaremos una base de
operaciones de dimensiones considerables… Por no hablar de los materiales, que
no tengo ni la más remota idea de cómo vamos a conseguirlos sin que se den
cuenta de que los estamos robando.
-Sobre la primera cuestión, yo ya he
pensado algo.- Saca un sobre del interior de su bolso, que ha permanecido a un
lado de su sillón mientras hablábamos. Del interior extrae un par de
formularios doblados que me tiende junto con un bolígrafo.
-¿Club
de Geología?- Kenlish me dedica una sonrisa pícara antes de dar un sorbo a
su té.- ¿Has pensado que la geología no es precisamente la rama de ciencias más
apreciada en este lugar?
-Precisamente por eso. Fundar un Club
de Geología nos permitirá disponer de un local lo bastante amplio como para
poder llevar a cabo nuestro plan sin que venga alguien haciendo preguntas.
Además, el instituto nos facilitaría el trabajo al dotarnos de parte del
instrumental necesario, y no llamaría la atención que solicitásemos parte de
los materiales necesarios como objeto de estudio del club.
-Bien pensando, pero considerando las
dimensiones de lo que pretendemos hacer, necesitaríamos un local de clubes de
tamaño medio, como mínimo… Nos haría falta reclutar quince o veinte miembros
para el club, incluyéndonos a ti y a mí. Y cómo he dicho antes, la geología no
es santo de devoción de nadie. Y aún en el supuesto de que se produjera un
milagro y lográsemos reunir semejante cantidad de miembros, tendríamos el
problema de que tener a tanta gente en el
club nos impediría llevar a cabo el plan en secreto. Nos delatarían
antes de haber logrado alcanzar la fase dos.
-Wïlden…-Kenlish apoya la cabeza en
una mano y me mira con una expresión que me desconcierta, pues no soy capaz de
discernir que está sintiendo interiormente. No obstante, me parece notar cierto
cariño en su rostro.- En este instituto hay al menos diez clubes en cuyas actas
de constitución figuran más de diez personas y en su actividad rutinaria
solamente participan dos o tres. Se da el caso incluso de alumnos que se han inscrito
a más de cuatro clubes distintos y no acuden nunca a ninguno. No es necesario
que los miembros acudan al club, sobre todo si no les interesa. Y hay mucha
gente sin club que estaría deseosa de apuntarse a alguno con tal de que los
profesores les dejen en paz.
-¿Y te sentirías bien contigo misma
si nos pillasen tras lograr nuestro objetivo y abrieran un expediente a todo el
club? Involucraríamos a gente inocente, Kenlish.
Mi amiga suelta un suspiro y me roba
una papa de la cesta antes de que pueda mover un dedo. Le lanzo una mirada de
reproche sin que ella se inmute por mi expresión.
-Si todo sale bien, y me he asegurado
de que para cuando lleguemos al final tengamos ya las espaldas cubiertas, nadie
podrá asociar las actividades del club con nuestra venganza. Deberías confiar
un poco más en mí.
-Lo siento, no he querido ofenderte.
Es sólo que he de ser lo más crítico posible con todo esto.- Pruebo un pedazo
de mi tarta y me quedo mirando al vacío entre Kenlish y yo.- No soy ni la mitad
de brillante que tú, así que la aportación intelectual que puedo hacer a todo
esto es más bien poca.
Kenlish hace un gesto con la mano al
tiempo que se sonroja ligeramente en las mejillas. Me da la sensación de que le
ha dado vergüenza mi comentario.
-Por favor, no vuelvas a decirme eso.
Quizás tenga un mejor rendimiento académico en comparación contigo, pero tú
eres mucho mejor persona que yo. De hecho, de no haber sido por tus condiciones
de esta mañana, es probable que lo que se me hubiera ocurrido fuese algo mucho
más peligroso para todo el mundo. Tus ideas son tan valiosas como las mías,
Wïlden, y me encantaría que siguieras dándome tu punto de vista desde ahora.
Sin ti, podría descarriarme.
-Ahora el que se va a avergonzar soy
yo, ¿Sabes?- Me siento tonto mientras le dedico una sonrisa, así que enseguida
agacho la cabeza y me concentro en la tarta que tengo ante mí.- Volviendo a la
cuestión, aún suponiendo que solventemos el problema del club y que el
instituto nos proporcione parte de los materiales, dudo mucho que logremos
reunir por esa vía el resto del monto necesario… ¿Has pensado como vamos a
conseguirlos?
Kenlish ladea la cabeza hacia la
ventana y me indica con un movimiento de su cucharilla que observe los
edificios de enfrente. Justo delante de nosotros hay otra cafetería, de la que
salen en esos momentos un par de profesores de nuestro instituto, con aspecto
de haber pasado un rato bastante agradable en el interior. Vuelvo a mirar a mi
amiga, sin comprender su propósito.
-Vengo a este lounge bar casi tres
veces por semana. Todos los profesores del instituto pasan por ese bar al menos
uno de esos días, por lo que deduzco que ese sitio ha de ser como un local
externo de reuniones para ellos…- Kenlish deja la cucharilla sobre el plato, ya
limpio, y sostiene su taza de té ante ella.- Si lográsemos averiguar lo que
hablan estando ahí dentro, podríamos empezar a elaborar un mapa de rutinas del
instituto, lo que nos vendría muy bien para encontrar un modo de obtener los
materiales de forma “legal”.
-Creo que prefiero no saber que
concepto tienes tú de la palabra “legal”.- Me sonríe y bebe de su taza.- Y
ahora mi contraparte. ¿Cómo vamos a conseguir esa información? A estas alturas
del curso, si cambiases tu lugar de meriendas por el de enfrente llamaría mucho
la atención, sobre todo porque los del bar de enfrente deben haberte visto por
la zona cada vez que vienes aquí.
-Y por eso no voy a ser yo quien se
ocupe de esa labor…- Gira la cabeza hacia el camarero, que hasta ese mismo
momento había estado observando fijamente a Kenlish mientras limpiaba una copa
por decimoquinta vez.- ¿Qué edad crees que tiene ese chico, Wïlden?
-No creo que llegue a los dieciocho
años. Puede que acabe de cumplirlos, pero en cualquier caso creo que debe de
pertenecer a alguno de los otros distritos de Zeblorg.- Respondo a la vez que
le lanzo al muchacho mi peor cara de perro.- ¿Vas a pedirle que nos consiga
información?
-No, Wïlden. Sólo lo preguntaba para
que te dieras cuenta de que es posible que, aún siendo estudiante de esta
ciudad, podamos encontrar algún trabajito por horas en las zonas de ocio…- Se
pasa la lengua por la comisura de los labios, provocando que se me pongan los
pelos de punta.- Dime, Wïlden… ¿Te apetece trabajar un poco?
Pues el protagonista no es el único que se queda en ascuas... Animo, esta genial!
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario. Cosas así son las que nos animan a seguir escribiendo esta serie :)
Eliminarsin embargo, debido a que Fazermid, Antafi y yo mismo nos encontramos en fechas próximas a exámenes de universidad, tenemos que suspender la publicación de capítulos nuevos hasta el mes de julio. La segunda semana de dicho mes publicaremos el capítulo 6, que será algo más extenso de lo normal y el capítulo 7 la semana siguiente, para compensar estos dos meses sin nuevo contenido.
¡Te esperamos en julio! ¡Muchas gracias por seguirnos!
Me ha gustado esa escena algo más picante al final. Se ve la evolución de los personajes.
ResponderEliminarGracias por seguirnos!!, la verdad es que aunque es un poco lenta a cada capítulo que pasa van madurando cada vez más y mas. Estate pendiente de los próximos capítulos podría llevarte más de una sorpresa ;D.
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